30.11.04

Estrógenos y testosterona

Desde pequeños nos cuentan historias de príncipes que rescatan a princesas encantadas persiguiendo los nobles valores del amor. En algún momento habría que comentar qué puede pensar un republicano de estos cuentos (por no hablar de lo que se podría objetar desde el punto de vista del proletariado que curra de sol a sol para ganarse el pan mientras el príncipe se pule los impuestos en irse a buscar mozas).

Pero de lo que va este mensaje es de la cuestionable existencia del amor, al menos el amor carnal, pues durante el enamoramiento el torrente de hormonas que se desatan en el cuerpo y que condicionan el comportamiento hace pensar si no serán las hormanas las que provocan el sentimiento de amor más que al revés.

Como prueba de ello hay que ver qué sucede cuando el amor se consigue, pues la conducta cambia y las hormonas que se generan son otras.

No soy endocrinólogo pero me es fácil adivinar que el cuerpo es una máquina que responde a ciertos estímulos químicos, generando una amplia variedad de "sentimientos" que no son ni más ni menos que el color del que se vuelve el papel de tornasol que es nuestro cerebro.

Sólo queda la duda de porqué a veces surtimos de unas hormonas y a veces de otras, ¿será ese dosificador al que llamamos amor?

Creo que esta reflexión deberá continuar sondeando abismos más profundos...

29.11.04

Regulador de conducta

Este fin de semana leí en la revista Quo una de esas frases que hacen meditar: "el sexo es un regulador de la conducta". Entendiendo sexo no como lo que cuelga (o no), sino el uso que se hace de ello.

Lo interesante de la frase es que la regulación de la conducta se aplica tanto a si se hace uso como si no se hace uso, pues en un caso la conducta se regula al amansamiento y en el otro al envilecimiento.

Y aún así está claro que hacen falta matices, pues se podría llegar a la conclusión que el mundo es violento porque se folla poco (bueno, lo cierto es que nunca está de más darle al tema) pero no es tanto la cantidad como la calidad, pues sexo de mala calidad produce frustración, lo que incrementa el envilecimiento.

Si a esto unimos la sentencia ya comentada de que el origen de todos los males está en el amor al dinero se concluye que más que poco se folla mal, pues donde esté una buena moza o un hermoso mancebo (a gusto de cada uno) que se quiten los dólares, euros o tarjetas de crédito (el plástico o el papel dan menos juego que el latex).

26.11.04

Viernes, es viernes.

Que tendrá este día de la semana que tan perezoso transcurre a la vez que lleno de optimismo por la puerta del fin de semana.

Cada viernes representa , en cierto modo, el fin de un año y el principio de otro, pues se llena de propósitos que finalmente rara vez se llegan a cumplir. Pero el optimismo que representa el fin de semana puede a la frustración de los planes inconclusos.

Pero hay algo más de peculiar en este día, y es su noche. Una noche en la que se podría celebrar el mini año nuevo hasta entrada la madrugada, sin embargo por regla general acaba uno yéndose a la cama mucho antes que un día de diario... ¿por qué no podré hacer esto un lunes o un martes en lugar de quedarme hasta las tantas matando el rato?

Misterios de la vida.

25.11.04

Zippeando la vida

Los compañeros con los que he tenido la oportunidad de comer hoy me han planteado un juego que realmente merece un milisegundo de reflexión.

La cuestión es: "si le haces un ZIP a tu vida, ¿cuánto te queda?".

He de matizar el significado de comprimir o "zipear" para poder transmitir la profundidad de la cuestión. Los algoritmos de compresión básicos se basan en eliminar las partes repetidas, de tal forma que en lugar de guardar diez veces una palabra dicen algo así como "10 X palabra", lo que ocupa menos y puede interpretarse como lo mismo.

Pues bien, la cuestión es sumar los minutos de nuestra vida en los que no se hacen cosas repetidas con otros minutos, ¿cuántos años viviríamos?

Lo curioso es que a medida que se avanza en la vida ésta se suele comprimir más y más, pues para un bebé casi todos los días son distintos (mucho que aprender), para un adolescente la compresión podría ser de lunes a jueves, para un adulto de vacaciones de navidad a vacaciones de verano, y para un anciano a uno o dos días para los restos.

Claro, que me niego a comprimir más algunos placeres de la vida por mucho (o poco más bien) que los repita...

24.11.04

Urgentes pero poco importantes

Entre la edad y el recuerdo de la factura del seguro médico uno cada vez duda menos a la hora de pasar por el taller, y no lo hago con más frecuencia por la lata que supone hacer cuadrar la hora que le venga bien al doctor, al horario laboral y a la enfermedad de turno.

Sin embargo en esta ocasión la avería resultaba dolorosa, con lo que se me hacía cuesta arriba hacer cuadrar la agenda además de con todos los anteriores con el fotógrafo de rayos X, no quedando más remedio que ir al servicio de urgencias aunque el asunto no fuera de vida o muerte.

Uno se imagina el servicio de urgencias como un maremagnum de carreras, tensiones y traumas cherreando sangre, sin embargo al llegar allí comprendí que he visto demasiada televisión pues no había más que un señor que cojeaba un poco, una señora con una venda en el brazo, un niño al que hace tres días le había sentado mal algo, algún retoño que muy malo no estaría que no paraba de jugar y corretear, y aquí el menda con un dolor provocado por un golpe de hace una semana. Total, que muy muy urgente no parecía la cosa.

Tras una hora escuché mi nombre por el altavoz de la sala de espera, atendiéndome un amable doctor al que le conté mis síntomas (en unos quince segundos) mientras él rellenaba un formulario que me entregó al acabar yo de hablar indicándome que lo mejor es que me hiciera una radiografía (acojonante diagnóstico sin siquiera mirarme a la cara). Me hicieron las oportunas fotos eróticas (semidesnudo y haciendo poses, eso es erotismo ¿no?) y al rato el médico me dijo que no tenía nada y que me tomara unas pastillas para el dolor (tiempo total de atención: un minuto).

Y entonces reflexioné: para esa atención (que no digo que no sea acertada) podía haberme pasado yo cuatro o cinco días en el mejor de los casos de no haber acudido a urgencias. Quizás sea que la palabra está muy mitificada y el servicio realmente no es de "urgencias" sino de "impaciencias", dado que se acude allí cuando no se puede esperar por diversas circunstancias, sean estas urgentes o no.

23.11.04

Teoría del caos

Hace unos días tuve la oportunidad de leer un artículo acerca de la teoría del caos, que a pesar de ser múltiples veces mencionada es poco conocida en su definición original.

Según la teoría del caos los sistemas no lineales progresan de forma predecible hasta que a partir de un punto determinado pueden empezar a fluctuar de forma descontrolada.

Lo que viene a decir esto es que en sistemas complejos un hecho puntual puede ayudar poco a predecir un hecho futuro a partir de un umbral. Así, por ejemplo, la meteorología puede predecir el tiempo que va a hacer en el próximo minuto (siendo optimistas), pero a partir de la hora la probabilidad de acertar empieza a disminuir de forma alarmante.

La peculiaridad que le veo a esta teoría es que aparentemente podría ser aplicable a muchos aspectos de la vida cotidiana, sin embargo en la mayoría de los casos no exite el umbral de dispersión, las cosas son caóticas desde su inicio.

Sin embargo, y aquí está la reflexión del día, frecuentemente nuestros jefes no exigen subir el umbral cero a otro valor que nos permita controlar ciertas situaciones... rara vez lo conseguimos, aunque para sobrevivir desarrollamos estrategias para crear un umbral ilusiorio suficiente para que el jefe de turno se lo trague y nos deje seguir viviendo sumidos en el caos.

Así concluyo que en la teoría del caos hay un umbral bajo el cual las cosas se puede controlar, en la teoría del supercaos (firma de la casa) ese umbral sólo existe para que alguien se lo crea... guárdemoslo en secreto.

22.11.04

El origen de todos los males

Ayer tuve la ocasión de ver la película "Polígono sur" en la que se muestra la vida del barrio de las tres mil viviendas de Sevilla, sacando una instantánea de la verdadera cuna del flamenco.

Pero no es de flamenco de lo que quiero hablar (seguro que sería un sacrílego si lo intentara) sino de una de las sentencias que pronunció un pratiarca gitano con todo el aplomo y la experiencia que sólo ellos saben mostrar al hablar: "El origen de todos los males está en el amor al dinero".

No es una frase original, pero concentra una verdad como un templo que ataca directamente a la línea de flotación de la estructura social en la que vivimos. ¿Es posible siquiera imaginarnos sin amor al dinero? Bueno, supongo que la mayoría de las personas sí que podríamos (para los cuatro duros que tenemos) aunque el contexto no cambiaría pues existen grandes, grandísimos amantes, a pesar de que tienen mucha imaginación.

Y es que hace años me quedé a cuadro cuando escuche hablar de "centros de ocio", y yo en mi retoñez imaginé parques de atracciones, toboganes de agua y pistas deportivas... ¡tiendas y restaurantes de franquicias! eso es un centro de ocio. Desde luego sólo los grandes amantes podían tener tanta imaginación como para creérselo... o para hacerlo realidad.

18.11.04

Homenaje a Superlópez

Aunque no sea práctica habitual hoy voy a rendir tributo a Superlópez, pero sin referirme al héroe del cómic (al que seguro le dedicaré un mensaje en el futuro) sino a mi compañero A. López, a quién sin su permiso he tenido a bien apodar "Súper".

Con su entusiasmo habitual Superlópez celebra hoy su trigésimo cumpleaños, y para celebrarlo además de los habituales dulces (cosa tradicional en la empresa) nos ha regalado un intenso mail que como homenaje reproduzco parcialmente:

"Puedo pensar en muchas cosas que me gustaría hacer en la vida como por ejemplo: Viajar, ver muchos sitios del mundo, vivir en otros países, aprender idiomas, conocer otras personas, otras culturas, tener muchas experiencias, vivir en la naturaleza, practicar todo tipo de deportes, tener una familia, educar a mis hijos, escribir libros, hacer películas, ser astronauta, aprender a tocar varios instrumentos musicales, componer música, hacer arte, pintar, y muchas cosas más......

Pero, a estas alturas de la vida, estaría ciego si no me diera cuenta de que no me va a dar tiempo a hacer todo aquello que me gustaría. Por eso, llevo varios años reflexionando sobre qué es lo que más merece la pena hacer en la vida.
...
LLegué a la conclusión de que lo que más merece la pena en la vida es: Hacer el bien a los demás."


Hacía tiempo que no escuchaba (ni leía) "hacer el bien a los demás". Quizás sea una reflexión del abandono de la veintena más que una entrada en la treintena, pero seguro que se debe al talante de esta gran persona.

Lo cierto es que en mi boca la conclusión habría cambiado. Hace años habría pensado que era magnífico eso de hacer el bien a los demás, hasta que vi que suponía que acabaran dándote por el culo hasta reventar, con lo que evolucioné pensando que a la gente lo que le gusta es dar por culo en general, así que ahora intento fomentar que se den por culo unos a otros manteniéndome ajeno a la jugada, y así entre ellos que se lo hagan bien... parecido a hacer el bien ¿no?

Felicidades Superlópez.

16.11.04

Estado alfa

Hace varios años escuché en la radio (en la voz de Miguel Angel Nieto, que a saber dónde parará) la expresión "entra en estado alfa", refiriéndose a un estado a camino entre la consciencia y el trance.

A pesar de que se refería un interpretador de sueños que tenía en el programa yo me quedé con aquella expresión pues es aplicable a los momentos en los que uno está escuchando buena música. Pero no simplemente buena música, sino buena buena.

Cada uno tendrá sus gustos, y dentro de ellos siempre encotramos piezas musicales y canciones que nos llevan a ese estado "alfa" en el que la mente se detiene y nuestro sistema emocional queda a merced de la melodía.

Evidentemente esta reflexión surge cuando estoy escuchando la lista "Mis favoritas", y en concreto "Losing my religion", ¿qué narices tiene esta canción que la hace tan buena?

La contradicción del frío

El tópico de hablar del tiempo, no del que pasa sino del que se queda, como recurso cuando el silencio hace acto de presencia.

Y es que la noticia de "empieza a hacer frío" cuando ya se ha cruzado el ecuador de noviembre no tiene nada de sorprendente, pero en lo que a mí respecta tampoco tiene nada de agradable.

Nunca entenderé en qué consiste el placer de pasar frío. El hecho de estar a cuarenta grados en agosto tampoco es que sea nada muy placentero, pero vive Dios que lo prefiero antes que tener que ponerme los guantes. Aunque a veces me planteo el dilema del huevo y la gallina por el hecho de vivir lo más al sur posible del norte, haciendome ver muy cuesta arriba poder sobrevivir en climas más frescos.

JLB senior tiene la teoría que los países del norte son en parte más prósperos porque ante la falta de sol la gente se queda en casa desarrollando el intelecto antes de desarrollar relaciones sociales. Según esto con el frío deberíamos tener más ganas de trabajar, pero a mí sólo se me apetece quedarme en la cama por la mañana y perrear el resto del día... bueno, la verdad es que con el calor también.


12.11.04

Parte de guerra

Pues de momento la cosa no es tan dramática.

Tras la demoledora sesión deportiva de ayer de momento sólo tengo el habitual dolor de espalda, aunque en esta ocasión los perjudicados fueron otros.

Un pobre compañero al que le abrí una brecha en la mano con la uña de aporrear la guitarra, otro al que casi le rompo la crisma cuando le empujé (reconozco intencionalidad, pues era el responsable de RRHH y se la tengo guardada), otro que se llevó alguna patada... amén de las torceduras y faltas de oxígeno que se autoinflingió cada uno a su criterio.

Por cierto, el partido era de baloncesto... no lo parece desde luego. Y es que cuando uno se ve lento, con poca visión de juego y fallón en general no le queda más que ser marrullero para intentar no ser vilmente sodomizado, en sentido figurado claro está.

11.11.04

El efecto Gran Hermano

"Experimento sociológico", así es como Mercedes Milá calificó a aquella primera edición de "Gran Hermano" en España. No creo que nadie se lo tragara, pero todos hicimos como si efectivamente lo fuera y nos dispusimos a matar el rato con las paranoias de una muestra variopinta de fauna ibérica.

Sin entrar al trapo de juzgar lo que allí se mostraba, o de porqué se hacía, sí que desveló una de las grandes realidades de la psicología humana que siempre ha estado ahí pero que nadie se atrevió antes a exponer (no me pongo una medalla porque no soy ministro, que si no...).

Al entrar en cualquier sitio donde hay desconocidos con los que te tienes que relacionar uno siempre intenta ser educado y agradable. Lo mismo (multiplicado por mil) sucede en estos espectáculos televisivos, donde la efusividad de lo que sería un apretón de manos roza lo ridículo (en las últimas ediciones lo pornográfico).

A partir de aquí se platea una actitud de "buen rollito", motivada principalmente porque se intenta pensar que los demás son personas geniales, ese tipo de personas con las que siempre nos quisimos encontrar, así que también se intenta mostrar lo magníficos que somos (algunos intentan ocultar lo perros que son) y llega un momento que cuando la relación tiene que ser duradera (pongamos que de más de media hora) parece como si el grupo fuera a ser amigo para toda la vida.

En el primer "Gran Hermano" (pecador de mí que lo seguí de cabo a rabo) al par de días aquello era una oda al "buen rollito", que se fue transformando en una comuna y derivó en un putiferio.

Pero a la semana aquello empezó a oler a chamusquina, y con un par de días más la guerra se había desatado: no más disimulos, lo "mejorcito" de cada uno se puso de manifiesto.

Esto que sucedió (creer que los demás son geniales, y que nosotros vamos a ser muy "guays" como parte de ese grupo) es a lo que bautizo como "El efecto Gran Hermano".

Y es que "El efecto Gran Hermano" no hace más que poner de manifiesto que aunque nos gustaría ser unas personas geniales en realidad somos muy limitaditos, tanto que pensamos que los demás van a compensar nuestras limitaciones. Lo importante es ser consciente de ello para no acabar lleno de frustraciones (o tirándose los trastos a la cabeza en público como hicieron los sujetos experimentales de aquel presunto experimento sociológico).

He dicho.

Ejemplo del efecto Gran Hermano

Hace escasos día a alguien se le ocurrió en la empresa organizar un partido de baloncesto,y a la convocatoria respondieron casi 20 personas, ¡una barbaridad!

Hoy tendrá lugar tan magno evento (mañana daré el parte médico), pero independientemente de ello es seguro que en las siguientes convocatorias el número de personas se irá reduciendo paulatinamente hasta tener que llegar a jugar un dos contra dos, y gracias.

Estamos ante otro ejemplo del inexorable "Efecto Gran Hermano". El entusiasmo inicial que hace creer que es el momento de dedicarnos de por vida a una actividad noble, y que nos dura más o menos hasta la hora de la cena.

9.11.04

Tiempo para no hacer nada

En un post anterior hice referencia al placer del perreo (no hacer nada en absoluto) a lo largo de los fines de semana, y creo que este tema requiere de una reflexión más profunda pues tras el mencionado perreo siempre cae como una losa la escasa duración de esos momentos de asueto. Sin embargo todos los fines de semana de dos días tienden a durar 48 horas (al menos en este planeta) pero se me antoja que aquellos en los que se perrea se hacen mucho más cortos.

Y el hecho es que esta sensación va contra las leyes de la física, pues según las transformadas de Lorentz cuanto mayor es la velocidad más se contrae el tiempo, y el perreo está frontalmente reñido con la velocidad, por lo que debería dilatarlo (fines de semana larguísimos, ¡quién los tuviera!)... ¿qué sucede entonces?

La explicación la tengo que buscar en lo que todo gestor de proyectos conoce bien: la duración de las tareas en función de los recursos.

En hacer cualquier cosa uno tarda un tiempo determinado, que varía en función del esfuerzo, así por ejemplo en ir al Mercadona se puede tardar entre 15 y 45 minutos en función de lo rápido que se haga la compra y de las bolsas que haya que cargar. Las tareas acotadas siempre cumplen este principio.

En un proyecto todo se divide en tareas, hasta dormir sería una tarea que ocuparía unas siete horas diarias si hubiera alguien que nos planificara la vida (considero un gestor optimista con eso de siete horas), por lo tanto perrear sería una tarea. Pero ¿cuántos recursos se ponen a disposición de perrear? Por definición cero, una cantidad despreciable de energía para darle al botón del mando a distancia y poco más, lo que supone un tiempo infinito para acabar la tarea.


En definitiva: el tiempo empleado en no hacer nada es inifinito, lo que nos da la respuesta definitiva a porqué siempre se nos antoja corto el tiempo para perrear.

He dicho.

8.11.04

Vacunas para todos

A pesar de mis dos catarros anuales (nunca faltan a su cita) no soy de los que se apuntan a la vacunación de la gripe, quizás por costumbre quizás porque me gustaría creer que el cuerpo humano debe aprender a defenderse por sí solo (por desgracia sin mis chutes de antibioticos no puedo levantar cabeza, y es que soy un idealista).

A pesar de ello puedo entender que los grupos de riesgo (principalemnte las personas mayores o personas con problemas inmunológicos) deban ser más pragmáticos y necesiten de esta vacuna para prevenir males mayores.

La noticia de que en EEUU faltaran vacunas para la gripe me pareció interesante desde el punto de vista que no todo el mundo podía acceder a la vacuna aún perteneciendo al grupo de riesgo, si bien la noticia la he tomado con prudencia pues la manipulación informativa con respecto a EEUU es desacervada, y seguramente tendrán vacunas suficientes para los grupos de riesgo (por ponerme en un caso positivo).

Sin embargo se me cayeron los palos del sombrajo cuando escuché que en EEUU se van a repartir vacunas contra el antrax... y en mucha mayor cantidad que las vacunas contra la gripe...

Al final le voy a tener que dar la razón al Michael Moore cuando habla del estado del miedo, convirtiendo a todo el país en grupo de riesgo por ataque de Antrax... estos americanos están locos.

7.11.04

Justificando el perreo

A la pregunta de "¿Qué habéis hecho este fin de semana?" un amigo me contestó: "Hemos estado perreando todo el fin de semana".
Aclaro que "perrear" es uno de los escasos verbos que no denotan acción alguna, o no más que la de un perro casero cuya mayor aspiración es convertirse en un bello durmiente (aunque peludo).

Los requisitos del perreo son un sofá, una tele y un mando a distancia, sin el cual el perreo no puede ser completo.

Pero semejante placer deja ciertas secuelas en nuestra conciencia al pretender que hay cosas mejores que hacer (¿qué puede haber mejor que una tarde de sofá con mando a distancia?... bueno... sí, eso... pero no viene al caso).

El caso es que hoy se cumplía un requisito del perreo: es domingo. Pero entré en crisis pues bajo la vista y veo los michelines en el proceso de dilatación propio del perreo, así que tuve que abandonar la placentera inactividad por el sadismo de un par de horas de gimnasio, que cuál dosis de insulina requiere nuestra conciencia para que la dulzura del perreo no colapse nuestras neuronas.

5.11.04

El chollo de ser hombre del tiempo

¿Qué mérito tiene ser el hombre del tiempo?
Una de las grandes incógnitas de la humanidad es porqué los meteorólogos de la radio y la televisión siguen recibiendo sus sueldos cuando tienen una eficacia próxima al 50%, cosa que cualquier mortal común sería capaz de hacer.

¿Qué pacto secreto con el diablo ha hecho este gremio para que se le siga teniendo en consideración?

Hay quién puede decir que las predicciones de grandes zonas tienen mucho margen de error en una zona concreta, pero es que no atinan ni en una zona muy específica (por ejemplo cuando en las carreras de Fórmula 1 predicen que va a llover en un circuito, pues ni por esas). Y para las predicciones de zonas grandes basta con tirar de estadística, se mira uno la de años anteriores y se supone que este va a ser similar, y así no se falla.

Y para colmo tienen como compañeras a las mujeres del tiempo...¡Ay, Minerva Piquero que estás en los cielos!

4.11.04

La siesta de ojos abiertos

Algo hay en mi talante europeo que hace que me siente bastante mal dormir una siesta, y no hablo de las evidentes malas consecuencias que tendría darse una cabezadita en la mesa de trabajo. Supongo que habrá gente a la que no le guste dormir a mitad del día por la desorientación con la que uno se despierta (sobre todo cuando el fin de semana pasado hemos tenido que volver a cambiar la hora).

Sin embargo el gen hispánico impone su voluntad y obliga a cierta desconexión mental, lo más parecido a una siesta con los ojos abiertos, que tiene la innegable ventaja de poderse realizar incluso en horario laboral con el jefe a pocos metros.

Y este mensaje es el resultado de esa siesta, y consumiendo apenas la energía de tres neuronas además de simular que estoy despierto hago repiquetear el teclado del ordenador de forma rítmica como si estuviera plenamente concentrado en mis labores.

3.11.04

¿Mayoría de tontos o de callados?

A vueltas estamos con las elecciones americanas, que por más que se diga lo contrario no puedo evitar la sensación de que me importan un pimiento.

Pero me planteo porqué cuando todo es tan evidente de que uno es muy muy malo y el otro no es ni malo ni bueno el malo sigue ganando. Y llego a dos conclusiones no excluyentes:
* La manipulación informativa a la que estamos sometidos nos hace pensar que somos poseedores de la verdad cuando vemos sólo una parte.
* La mayoría de los votantes son tontos del culo y no se dan cuenta que votan al malo (seguro que alguien afirma que al anticristo).

Tras meditarlo profundamente durante uno o dos milisegundos llego a otra conclusión y es que nadie sabe porqué los otros votan lo que votan, pueden ser tontos o no, pueden estar desinformados o no, pero lo que está claro es que al final gana el que recibe más votos, aunque sea de votantes que están callados.

1.11.04

La mística del jamón

Tras los treinta y tantos años que me han ido curtiendo la búsqueda del misticismo ha pasado a un plano absolutamente secundario, buscando la felicidad en placeres más mundanos.

Pero hay un templo en el que ni yo ni mi mujer (de condiciones místicas similares a la mía) podemos negarnos a participar del ritual poniendo toda nuestra devoción en ello: es el "Típico andaluz", tasca ubicada en Estepona y dedicada al deleite del paladar con sus exquisitos jamones.

No importan las esperas, el ruido, la dureza de las sillas, el rito empieza viendo cómo del cuchillo jamonero van saliendo finas lonchas que luego, una vez en el paladar, provocan la detención de los relojes, sonidos o cualquier distracción general, quedando todos los sentidos al servicio de la degustación de semejante exquisitez.

No soy un entendido, pero sé que independientemente de la variedad (serrano, de bellota, de recebo, dulce...) absolutamente todos los jamones provocan experiencias místicas que hacen que uno dude por unos segundos de su incipiente ateismo.