31.10.05

Un añito

Así como el que no quiere la cosa uno se propuso escribir todos los días un poquito. No han sido todos los días (digamos que la mitad) pero entre paranoias, tonterías y cosas que pasan este blog ya lleva abierto un añito.

La gracia no está en mantener la propuesta de escribir (cuando uno se propone algo lo cumple, por cabezota que no quede) sino en que además hay quién lee lo que escribe, y eso sí que tiene gracia.

Y como está de moda los zapping voy a hacer el "top one" (buscar diez sería muy exagerado) y escojo el post de Necesidades idiomáticas, no por ser el más elegante, el que mejor estilo tiene o el más gracioso. Lo elijo porque la personita a la que me refiero es la que más me ha impactado... y porque seguiré sin poder comunicarme con ella (a ver si recordándolo más a menudo me animo a hacer algo al respecto).

Pues un besote para ella, así como también para Elisabeta, NoBrain, Pituky, Eremita, Blondie (tenemos una partida al Monopoly pendiente) y a mi "Anónima". Y no me olvido de Zuviëh, pero es que me da zusto darle un beso, no sea que me de un bocao y me deje en el sitio... o me pase al lado oscuro.

28.10.05

Apuntar con la luz apagada

Este post también lo podría haber titulado "Me cago en los temporizadores de los coj...".

Entiendo que haya que poner un mecanismo para que las luces del cuarto de baño de la empresa no estén siempre encendidas. Pero con todo lo que ha avanzado la humanidad ¡¿es que nadie ha podido inventar algo menos tocapelotas que el temporizador que no permite actualizar la cuenta cuando la luz está encendida?!.

Entro todo apurado al baño y cuando estoy en toda la plenitud del "momento chorrito" se apaga la luz. El instinto hace que me gire para encenderla, pero al primer movimiento me doy cuenta que soltar lo que tengo entre manos puede ser catastrófico para la higiene de la empresa, sin embargo ya pierdo la concentración y la trayectoria del líquido elemento se vuelve incierta.

A partir de ese momento intento mantener las piernas rígidas y realizar pequeños movimientos hasta atinar con el fondo de agua de la taza, pues a falta de luz no queda más remedio que hacerlo de oído.

Cuando la situación está más o menos controlada alguien abre la puerta de golpe pues no ve luz, deteníendose con un "perdón" cuando ya te ha dado un empujón con la puerta que ha hecho desafinar hasta el último armónico del sonido que te guiaba.

El resultado... incierto, me voy sin mirar el estropicio causado.

27.10.05

...hasta hoy en día

La verdad es que me pongo a hablar de informática y de videojuegos y me pongo más pesado que una reposición de los mejores momentos de la carta de ajuste, sobre todo porque a mis interlocutores les suele importar un pimiento. Sin embargo después de hablar tanto del pasado no puedo evitar hablar del futuro.

Son muchos, muchísimos los videojuegos que han pasado por mis manos, pero ha sido recientemente cuando he jugado al que yo creo que es el mejor de la historia: "GTA San Andreas".

Lo considero el mejor por su despliegue técnico más que por su originalidad (de hecho es la tercera parte de una saga). Pero sin lugar a dudas es la prueba de lo que se puede conseguir con un trabajo de altísima calidad.

Desde luego no es apto para novatos, pues se necesitan muchísimas horas para sacarle todo el jugo, pero la idea de aglutinar tantísimos elementos en solo juego y hacerlo tan bien supone un trabajo digno de reconocimiento. Yo aún me sigo preguntando cómo narices se puede gestionar a un equipo informático de forma tan eficiente como para hacer esta maravilla, que por cierto ha recaudado más dinero que muchas superproducciones de Hollywood.

Sin embargo fue hace un par de fines de semana cuando me he encontrado una pequeña joya por su originalidad: "Farenheit". Técnicamente no es el GTA (ni de lejos) pero empezar a jugarlo es una delicia pues propone un nuevo estilo de lenguaje más cercano al cine que a los videojuegos. A medida que avanza el argumento flojea cual película de Hollywood (defitivamente el guionista se tomó algo para escribir el desenlace) pero se agradece la propuesta. Y además como es corto no hay ni que comprarlo, pues uno se lo alquila por un poco más de lo que cuesta una película de estreno, con la diferencia que en lugar de dos horas uno se pasa dos o tres días.


Lo dicho, me pongo con estas cosas y es que no paro.

26.10.05

Y antes del principio...

Antes de que mis dedos tocaran un ordenador o videoconsola recuerdo el magnetismo que me producían los recreativos que había al lado de mi colegio.

Mis padres no querían que fuera allí pues había venta de droga en los billares que estaban al lado, pero como las máquinas estaban antes que los billares nunca llegué tan dentro. A pesar de todo no podía evitar saltarme alguna que otra actividad extraescolar por quedarme a ver como jugaba la gente (no tenía ni una peseta, pero era como el chiste de jugar al poker y perder). Lo malo es que se me iba el santo al cielo y en lugar de estar allí durante la hora de la clase me quedaba dos o tres horas, y mis padres me pillaban indefectiblemente.

El primer contacto con un ordenador lo tuve en una celebración que hizo el colegio con muchas actividades, y entre ellas había una demostración del aula de informática. Me quedé prendado de aquellos VIC20 de Commodore. Sólo había algunos juegos (cutres como ellos solos) hechos en BASIC y muchas líneas de un código que no entendía para nada, pero aquello me dejó totalmente prendado.

Y hasta hoy, que veo como se ha plasmado en realidad aquello que decía mi libro sobre el futuro de la tecnología (hablo de un libro de hace treinta años) sobre que la gente podría comprar sin salir de casa, aunque seguro que el autor no se podía haber imaginado esto de Internet.

25.10.05

Mi primera experiencia... informática

Uno ya va acumulando muchos kilómetros en esto de la informática, y a veces se encuentra con algún recuerdo de su primeros pasitos que es digno de formar parte de un museo (casi del museo de los horrores).

Tengo vivos los recuerdos de los distintos modelos de PC's que he usado, siendo el más destacado el PC1512, con dos disketeras de cinco y cuarto. Tampoco puedo olvidar las versiones del spectrum y su inseparable casette (con el que se pasaba más horas que con el ordenador).

Sin embargo ayer topé con una página en la que encontré información sobre la primera videoconsola que me compraron mis padres: la Philips Videopac G7000. Con esa máquina de apenas 1Mghz y 4k de memoria compartí muchísimas horas en emocionantes partidos de fútbol, aventuras espaciales o espectáculos circenses.

Ahora que los videojuegos son todo un prodigio visual y sonoro uno se da cuenta que para hacer bien las cosas es más importante el ingenio que un gran despliegue de recursos, pues con apenas unos pocos pixels y unos pitidos que ahora resultan tremendamente molestos aquellas máquinas conseguían sumergirme en unos mundos fantásticos de los que no nunca quería salir.



Estos de la imagen son dos acróbatas cuya misión en la vida es pinchar unos globos de colores... y hacerte consumir horas de tu vida como un tonto. ¡Claro! que con el precio que tenían los juegos había que amortizarlos.

21.10.05

¡Deja quietecita la Blackberry!

Antes de la aparición de los teléfonos móviles las reuniones de trabajo seguro que era mucho más efectivas, o al menos con un número de interrupciones claramente inferior. Ahora es imposible no eternizarse en una reunión pues siempre a alguien le suena el móvil para una llamada inexcusable, momento en que se puede producir una de estas situaciones: o bien todo el mundo tiene que cruzarse de brazos hasta que el llamado termine su conversación, o bien que el resto siga hablando con lo que uno se pregunta si el que está al teléfono pinta algo en esa reunión.

Lo que me resulta realmente curioso es el hecho de estar hablando con alguien (no ya en una reunión, sino en cualquier situación) y que de repente suene el teléfono, con lo que la conversación se interrumpe para atender esa llamada. Vamos a ver, si yo no interrumpo una conversación entre dos personas por la cara (a lo sumo me incorporo educadamente) ¿por qué tiene más importancia el teléfono que mi conversación?

Los jefes son un caso aparte, pues ellos interrumpen cualquier conversación sin pudor alguno, pero se me escapa porqué las personas normales sucumbimos ante el tonillo del teléfono.

Pero volviendo a las reuniones desde hace unos meses se ha puesto de moda entre los jefes un invento infernal: la Blackberry. No es sólo que les puedan llamar por teléfono, es que también está el pitidito con vibrador que indica que tienen correo nuevo, correo que por supuesto hay que leer y contestar en medio de la reunión.

La conclusión: los avances tecnológicos perjudican la productividad de las reuniones.

Y que conste que no he hablado de los retroproyectores que no se conectan al portátil, de las pizarras eléctricas que no imprimen, de las videoconferencias que no se escuchan bien...

20.10.05

Ver pasar el postre

Hacía tiempo que no viajaba a la capital del reino, y más aún por cuestión de trabajo. De una tanda de viajes a la nueva tanda se ven nuevas líneas de metro, obras en distintos sitios y hasta una terminal de aeropuerta nueva (bueno no, que esta es eterna y ya van varios proyectos en que la terminal parece que no avanza).

Por casualidades de la vida acabé comiendo en uno de los sitios donde solía hacerlo, junto al ex-Windsor (pasaba por su lado todos los días sin hecharle cuenta, ni siquiera podía ubicarlo, pero ahora es una de las cosas que han cambiado).

Como el día había ido bien quise darme un homenaje en el postre saliéndome de la rutina del menú habitual, con lo que me pedí una copa de helado de vainilla (mi favorito) con nata, chocolate caliente, frutos secos y galletas. Sin embargo íbamos con la hora justa para pillar el metro para el aeropuerto, así que mi jefe no se apiadó de mí y dijo que nos íbamos sin tomar el postre. Pagamos y cuando íbamos a salir por la puerta vi a la camarera con mi super copa de helado en una bandeja... y allí las dejé a las dos, plantadas y sin cliente...

Aún tengo clavada la imagen de aquel postre y creo que este fin de semana tengo que buscarlo por aquí para que no se me quede fijado en la mente creándome un trauma infantil (bueno, ya casi demencia senil :-P ).

Por supuesto llegamos a la puerta de embarque a la hora que marcaban nuestras tarjetas, pero el avión sí que se tomó su tiempo para tomar el postre, pues salió con retraso y tuvimos que esperar más de media hora para embarcar (más otra media hora que nos regaló el piloto en el avión antes de arrancar motores).

17.10.05

Los anónimos 54:30

Una de las ventajas de tener un blog es poder contar aquellas cosas que a nadie interesan y poder dar mérito a lo que no lo tiene, como por ejemplo correr diez kilómetros en 54 minutos y 30 segundos.

Ayer se celebró una carrera popular a la que desde hace años miraba con deseo, siempre quise apuntarme pero nunca tuve la confianza suficiente como para hacerlo. Ahora que ya ni peino canas (directamente no me peino) me ha dado por hacer kilómetros, los suficientes como para apuntarme en la carrera.

Para mí ha sido algo especial, aunque mi dorsal fuera el quinientos y pico de los más de trece mil que por allí había, pero el ambiente merecía la pena.

Mereció la pena ver al padre que corría con el carrito con su hijo (el padre tenía pinta de atleta e iba más o menos a mi ritmo), a un perro con su dorsal y todo, a algún voluntarioso en silla de ruedas, a muchos y muchas adolescentes haciendo carreritas (sólo en el primer kilómetro, luego ya no había gasolina).

Lo mejor fue verse adelantado allá por el sexto o séptimo kilómetro por dos gemelas de unos ocho o nueve años que corría absolutamente al unísono. Lo primero que pensé es que seguro que dentro de unos años al menos una de ellas sería profesional del tema, pues el estilo y el ritmo que llevaban no se parecía en nada al trote cochinero que llevábamos la mayoría.

Fue divertido ir en pelotón todo el rato, cosa inevitable con tanta gente. Adelantarles en las subidas y ser adelantado en las bajadas para al final quedar más o menos por en medio. Dentro de algún tiempo conoceré mi anecdótica posición (quizás el cinco mil, o el seis mil) pero yo tengo suficiente con la experiencia de mi modesta marca, con cruzar una línea de meta con un dorsal y con el dolor de piernas que me duró todo el día.

Sé que no tiene mérito, sé que no le importa a nadie, pero para eso está el blog.

14.10.05

El jefe coñazo

Hay muchas ocasiones en las que nos quejamos de nuestros jefes, aunque la mayoría de ellas suele ser por simple diferencia de criterios (o de ausencia de criterios) o por cuestión de formas más que de fondo.

Sin embargo los jefes suelen tener una pasión enfermiza por preguntar cómo van las cosas, como si el acto de la pregunta pudiera redimirles de su absoluto desconocimiento de la situación que supuestamente dirigen. En la mayor parte de los casos se les plantea a los jefes una situación y es hasta posible que la comprendan, pero el cargo de jefe tiene como efecto secundario el "virus Dori" (la de "Buscando a Nemo") con lo que a los cinco minutos ya se ha borrado de su memoria cualquier vestigio de nuestra conversación.

Existe una subespecie del jefe preguntón que es el jefe coñazo, y es aquel que pregunta por preguntar y lo hace en cualquier momento o lugar en el que tenga un teléfono móvil a mano (es decir, siempre).

Esta semana un compañero se tomó un puentecito de viernes a jueves (eso es aprovechar un miércoles festivo) y se fue de viaje.

El jueves por la mañana se dirigía mi compañero al trabajo con cierto retraso (el habitual en su caso) con lo que la llamada de su jefe no se hizo esperar:
- Hola, soy tu jefe, ¿dónde estás?
- Estoy aparcando.
- ¿Pero vienes a trabajar hoy?
- Sí, estoy en el parking de la empresa.
- Es que no sabía si seguías de viaje.
- Claro que no, hoy tenía que volver, ahora mismo entro y voy a tu despacho.
- No, no estoy en la empresa.
- ¡Ah! Como me has llamado pensaba que estabas en la empresa. ¿Dónde estás?
- Estoy en el cementerio.
- ¿Qué ha sucedido?
- Que qué ha sucedido... pues nada, ¿por qué?
- Pues porque estás en el cementerio.
- No, es que he parado a la altura del cementerio camino del trabajo para llamarte por teléfono.
- Entiendo, y qué quieres.
- Bueno, ahora lo hablamos en la empresa.


Y es que llega un momento que el ser un coñazo se debe convertir en algo compulsivo, sino es que uno no se explica tanta llamada (bueno, se explica porque el móvil lo paga la empresa, claro está).

10.10.05

El trastero

Hace unos años (allá por el paleolítico más o menos) el precio de la vivienda era desorbitado, pero quién más quién menos se podía ajenciar su cueva o choza para salir del nido paternal. A nada que se progresara esa vivienda podía tener una respetable cantidad de metros que permitía acumular una ingente cantidad de trastos.

Con la llegada del mundo moderno (ese en que se tiene que vivir con los padres hasta los treinta y dejando el nido para meterte en un cascarón) hemos tenido que ir adaptándonos a espacios más reducidos. Sin embargo nuestro afán de mantener trastos ha hecho aparecer la figura del "trastero".

El trastero es un triste cuartucho que suele estar bajo la casa (en el garaje) demostrando que no es que falte espacio (en lugar de hacer el trastero en el garaje que lo construyan pegadito a la casa, sería más fácil y gastamos el mismo espacio) sino que no se quieren hacer casas grandes para poder mantener los precios.

En este trastero se guardan todas aquellas cosas que no podemos tirar por razones varias, pero que almacenamos por tiempo indefinido hasta que alguna vez se nos ocurra que hacer con ellas.

En caso de existir es inevitable que haya ocasiones en las que el trastero agote su capacidad, con lo que no nos queda más remedio que sacar a la calle aquellas cosas que tantísimo valor tenían para que la recoja el servicio municipal de limpieza.

Sin embargo son trastos a los que les tenemos mucho apego, de un valor sentimental incalculable, así que en los muebles podríamos dejar una nota para el servicio de basuras que diga lo siguiente: "Señor basurero, tenga cuidado con este mueble, trátelo como si fuera suyo. Y si no tiene sitio en su casa devuélvalo a su carpintero original, que seguro que sabe cuidarlo adecuadamente."

...


Será que al gobierno se le ha olvidado escribir la nota en un post-it pegado en la frente de cada uno de los inmigrantes que ha devuelto a Marruecos, por eso los dejan en medio del desierto en lugar de cuidarlos como si fueran suyos. ¡Qué descuido tan tonto!

7.10.05

La línea más ancha

Siempre he pensado que las fronteras entre países son algo absurdo, no tanto las fronteras políticas (que también) como las geográficas.

Algunas veces los países están delimitados por un río o una cadena de montañas, lo que puestos a crear una diferenciación política puede hasta ser natural.

Por ejemplo la frontera entre Francia y España supongo que tradicionalmente surjió como algo natural. Habría gente a los dos lados pero con dificultades para comunicarse, con lo que surje una frontera natural a partir de la cual se pueden desarrollar sociedades distintas.

Sin embargo hay otras fronteras que son marcadas por el lápiz de lagún político, fronteras que en la mayoría de los casos son absurdas (por no hablar de ofensivas contra la humanidad).

De pequeño vi una película con Glend Ford en la que hacía de sherif tejano muy respetuoso con la ley al que se le escapan los bandidos porque cruzaban la frontera con México. Yo no lograba entender eso de pararse en un punto en medio del desierto porque habían cruzado la frontera. Al final de la película Glend Fornd pasa tres kilos de la frontera y pilla a los malos "al otro lado de la frontera", total nadie se iba a enterar.


Ahora este tipo de fronteras son protagonistas de un nuevo absurdo, el inmigrante que cae a un lado de la verja puede morir en el más absoluto desamparo (eso si no les toca en suerte un balazo que nadie ha disparado), si caen al otro lado se les cura las heridas, se les da de comer, se les da cobijo... ¿cómo puede haber alguien que se pregunte porqué se juegan la vida por cruzar la línea de meta?

Porque eso es lo que es: una línea de meta que sólo los más fuertes pueden cruzar. La frontera es únicamente una línea, pero su anchura es enorme, demasiado grande como para que desde un lado se pueda ver el otro.

6.10.05

Como terminarse un flan

O más en concreto: ¿cómo narices terminarse un flan?

Cuando estamos disfrutando de un postre dulce uno puede saltar a él con más o menos voracidad, pero si está bien elaborado es inevitable que veamos como se acaba con una velocidad mucho mayor que nuestra sensación de saciedad.

Llegada esta situación uno reduce la marcha prolongando un poco más el desenlace. En el caso de los postres cremosos (natillas, mousse y similares) el final es inevitable y algo triste, sin embargo en el caso de los postres gelatinosos el final es siempre muy frustrate por la dificultad en rematar la faena.

En concreto cuando comemos un flan solemos regocijarnos (siempre que sea de nuestro gusto) hasta que el trozo que queda en el plato tiene la proporción aproximada a dos cucharillas. En ese momento se inicia una persecución policial del flan por todo el plato.

Tras un par de vueltas se puede conseguir hacerse con el penúltimo trozo, pero la velocidad del último es aún mayor. En este momento ya somos el centro de atención de toda la mesa, y nosotros que estábamos tentados de empujar con el dedo nos tenemos que reprimir para evitar quedar como manipuladores de alimentos no autorizados.

Tras comprender que la velocidad angular del trozo de flan es mucho mayor que la que puede alcanzar el filo de la cucharilla mandamos al garete nuestra reputación y depositamos el dedo sobre el plato preguntándonos si en las comidas de alto postín se sirven flanes.



Por cierto, que si alguien se entera de a quién se le ocurrió la genial idea de comer las rodajas de piña con tenedor y CUCHARILLA que lo comente para enviarle unos cuantos matones.

4.10.05

El misterio del secamanos

¿Cómo se llaman las máquinas que hay junto a los lavabos para secarse las manos? ¿"Secamanos"? Pongamos que así es.

En mi empresa se está intentando optimizar los gastos, así que hace unas semanas a alguien se le ocurrió la idea de sustituir el dispensador de toallas de papel del servicio por un secamanos.

En sí misma la idea no es necesariamente mala, sólo que en el afán de ahorro se ha comprado algún secamanos de oferta y sirve más como repisa para los rollos de papel higiénico que como secador de manos (además de gastarse papel ahora se tarda más tiempo en secarse las manos pues hay que quitarse los restos que deja el papel higiénico al desacerse con la humedad de las manos).

Sin embargo la instalación de la máquina me ha permitido realizar un estudio de campo comprobando la existencia de varios fenómenos inexplicables:
1. El secamanos no seca nada, hasta que de repente todo el agua desaparece (no hay punto intermedio, o chorreas o estás seco).
2. La primera vez que aprietas no funciona, la segunda vez funciona un corto período de tiempo, con lo que hay que volver a apretar.

Los dos fenómenos se unen en la tercera pulsación, pues las manos se secan de inmediato y la máquina se queda funcionando indefinidamente.

Es lógico pensar que tras la pulsación del botón el período de expulsión de aire es siempre igual, con lo que la única explicación es que tras la segunda pulsación (cuando las manos están calentitas) el influjo del secamanos nos lleva a algún estado de trance que relativiza el paso del tiempo.

Todo esto si el secamanos tiene botón, pues el funcionamiento de esos entes sopladores sin botón es un misterio que sobrepasa todos los límites de la imaginación del que escribe.

Por cierto, ¿hay secamanos en los servicios de señoras? (después de lo de las duchas ya no presupongo nada).

3.10.05

Eclipse de ilusiones

A lo largo de mi vida he asistido a dos eclipses gordos, en concreto dos de estos llamados anulares (los parciales no cuentan). Sin embargo tengo el privilegio de anunciar que en ambos casos y en la zona desde la que yo lo iba a ver el eclipse era total.

Por eclipse total entiendo aquel en el que el sol no se puede ver en absoluto, y ese ha sido el caso tanto esta mañana como en otra ocasión hace ya muchos años (más de veinte).

Llegaba esta mañana la gente a la empresa equipada con gafas oscuras de cartón, además de unos ánimos irrenunciables a escaquearse de su sitio con la excusa del eclipse. Sin embargo hoy ha pasado algo casi milagroso: el cielo se ha cubierto de nubes (el milagro hubiera sido que además hubiera llovido).

De esta forma no hemos visto ni sol, ni eclipse, ni nada.

Eso sí, al pasar el mediodía se han ido todas las nubes, estando el tiempo justo para fastidiar el eclipse, que no el escaqueo de los que traían las gafas de rayos X, pues de otra forma no sé cómo narices iban a ver el sol o lo que quedara de él.

La ocasión anterior (allá mediados los ochenta) en la que hubo un eclipse anular sucedió lo mismo: cielo encapotado pero sin llover. Ante mi decepción por no haber podido asistir al tremendísimo espectáculo que anunciaba la tele mi madre me dijo: "pues es cierto que casi se hace de noche, no sé de qué te quejas"... debe ser que uno es un inconformista (sólo con las cosas importantes).


Desde luego prefiero los eclipses de luna, son mucho más frecuentes, a veces a horas razonables o hasta en fines de semana, son más espectaculares y te hacen ver que lo que suele brillar por las noches no es más que un pedrusco suspendido en el aire... otra vez matando ilusiones.