En ocasiones nos lleva tiempo tomar una decisión, y dejaos las ideas madurar hasta que en el último instante tomamos una decisión apremiados por la falta de tiempo.
Algo así es lo que le tiene que haber pasado al responsable de RRHH para un viernes por la tarde convocarnos a unos cuantos a asistir a un curso el lunes por la noche (digo bien, por la noche, pues empieza cuando en teoría acaba nuestro horario y acaba a las nueve de la noche).
Evidentemente el curso se va tener que cancelar por falta de asistencia, pues ya somos unos cuantos que hemos argumentado razones personales para no cambiar el horario (las mías son que tengo que ir a mi casa a rascarme el bajovientre, pero al ser personales no las argumento).
Cierto es que en el mail que ha servido por toda convocatoria (toda y única noticia de que tal curso existía y de que ya había sido uno de los elegidos) se especifica que el lunes puedo entrar varias horas más tarde, pero el esfuerzo es baldío ante la falta de planificación o la toma de decisiones de última hora.
Justifico así la cosa, pues no quiero creer que la decisión llevaba varios días tomada y, por estar muy liado, no se ha comunicado hasta el último momento.
En fin, cosas que sirven para que uno tenga anécdotas que contar (el hecho de que haya personas sin proyectos mientras se están contratando en masa a otras personas no es una anécdota, eso es algo demasiado increíble como para contarlo).
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