Después de ni se sabe cuántas horas de viaje ayer por la tarde llegaron los abuelos para quedarse algunas semanas.
Habían conocido a Ulises cuando aún apenas sostenía la cabeza, allá por octubre, así que el cambio que han visto ha sido más que notable.
El recibimiento fue un tanto frío, pues a pesar de que el avión no llegó con demasiado retraso los trámites con el equipaje se alargaron en exceso, por lo que decidimos dar de merendar a Ulises en la terminal de llegadas. Y de esa guisa, equipado con el babero y con la cara prigada de papilla de frutas, Ulises recibió a unos emocionados abuelos.
Como con casi todo el mundo Ulises se muestra muy receptivo con ellos, y aunque aún se tienen que acostumbrar a sus ritmos y hábitos lo cierto es que se aventura un mes bastante tranquilo para todos, pues nos repartiremos el tiempo de Ulises y así podremos disfrutar de un poquito de tiempo libre.
Por lo pronto hoy puedo escribir con tranquilidad y dentro de un rato posiblemente me vaya al cine con mamá, cosa que no sucedía desde... desde... desde...
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