Quizás no es tan fotogénico como Ulises (siempre oculta su cara tras la mano), pero tiene un toque de madurez y seriedad. Y a pesar de que siempre se está moviendo le pillamos dormido...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
O la grandilocuencia de las insignificancias cotidianas.
1 comentario:
¡Qué maravilla! ¡qué perfecto está! Cuando se queda quieto, parece una figura de barro, hecha por un gran artista. Nunca antes había visto nada igual. Felicidades a los padres.
Publicar un comentario