¿El qué? pues ni idea, pero el caso es que antes de las ocho Ulises cayó rendido, apenas pudimos ponerle el pijama y darle el biberón.
Sin embargo a las doce empezó a llorar, segundo biberón. Pero al poco el llanto continuaba. A duras penas preparamos la papilla y se la fuimos dando hasta que pareció más o menos satisfecho.
Al rato más llanto, tercer biberón (¿tanta hambre?). Zampado el biberón otro rato descanso y vuelta a empezar. Esta vez ya mamá optó por el Apiretal.
Al rato más llantos y vueltas hasta que Ulises se tranquilizó en la cama con su cabeza en nuestros pies. Le tapé como pude y así tiramos hasta la mañana.
Hoy me he notado ligeramente somnoliento... ¿qué habrá pasado?
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