19.12.07

Lugares para no olvidar

Una de las ventajas de ir cumpliendo años es que los vas llenando de recuerdos que siempre se pueden revivir cerrando los ojos, sobre todo cuando se recuerdan lugares y sensaciones más que momentos y personas.

Hace tiempo que tengo pendiente sacar del tintero la crónica de tres fabulosos viajes que ya viven en mi memoria, pero por la profusión de detalles que podría expresar siempre queda pospuesta la crónica. Por eso hoy quiero degustar sólo tres recuerdos puntuales, esperando el día de desgranar todos los detalles.

Por orden cronológico inverso el primer recuerdo que tengo es el de Japón, más en concreto la gente que lo habita, los seres civilizados más amables y cordiales de todo el planeta. Los japoneses son raros a más no poder, pero el resultado es insuperable, así que no hay razón para cuestionar el proceso cuando todo el mundo te atiende con una sonrisa y te trata con amabilidad.

El segundo recuerdo es Nueva York, más en concreto las tiendas de Nueva York, unos lugares en los que pasar largos ratos asombrándose de lo que ofrecen y de cómo lo ofrecen. Nunca imaginé que me gustaría ir de tiendas.

El último recuerdo, ya lejano en el tiempo, es Guatemala, en concreto el Parque Nacional de Tikal. ¿Cómo igualar la sensación del agua de una tormenta de verano refrescándote la piel del sofocante calor de la selva, mientras escuchas los gritos de los monos araña desde lo alto de una pirámide Maya?

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