31.5.05

La extinción de los proyectos

Fuckowski publicó hace unos días una nueva historia, y eso me ha hecho recuperar mis paranoias sobre el software y en general el entorno profesional que me rodea.

Trascendiendo el hecho de la maldición divina que supone hacer las cosas por obligación uno intenta que su trabajo sea útil, que a alguien le sirva para algo más que para engordar los bolsillos mareando la perdiz.

Hay veces que se hacen programas para hospitales, para vender los billetes de autobús o para que funcionen los cajeros automáticos, cosas útiles aunque en el proceso de fabricación saquemos alguna tajada (de algo hay que comer).

Sin embargo cuando cualquiera se pone a hacer algo (así, en general) suele tener como objetivo terminarlo (aunque se disfrute por el camino). Sin embargo en el mundo del software dudo mucho que el objetivo sea terminar algo alguna vez.

Simplificando los proyectos se pueden clasificar en dos tipos:
* Desastres (la mayoría): Si el proyecto no es rentable suele no terminarse, sino que se abandona a veces en lamentable situación, nunca se cierra, más bien se entierra en el olvido tras haber sacado algo de dinero y a otra cosa mariposa,
* Los que (milagrosamente) funcionan: Si el proyecto sale bien se entabla relación con el cliente y se empiezan a vender ampliaciones, actualizaciones, soportes y demás zarandajas que hacen que el sistema crezca hasta que se convierta en un desastre.


De esta forma los proyectos software no se cierran nunca, se extinguen.


Lo cierto es que este funcionamiento no es ni más ni menos que un reflejo del sistema económico general, donde las deudas se pagan con más deudas hasta que o te arruinas o te mueres (si eres hábil negociando las deudas mucho tiempo puedes hacerlo hasta dignamente). Y mi pregunta es: ¿hay lugar para el que no se quiere endeudar sino pagar las cosas al contado?

Dicho de otra forma: ¿quién es más pobre, el que debe diez euros o el que debe diez millones?

30.5.05

190 señores Boyero

El recuerdo del señor Boyero no fue casual, me vino a la mente influido por la situación de una empresa que tengo físicamente cercana, y por la de 190 de sus trabajdores más veteranos que me temo que están predicando en el desierto, pero que intentan defender su situación.

La empresa es Alcatel/Annovo que hace más de diez años estuvo a punto de cerrar en Málaga, pero que siguió adelante tras recibir unos cuantos miles de millones de pesetas del gobierno andaluz.

La empresa no acababa de levantar cabeza hasta que el año pasado recibió importantes pedidos a los que aún tiene que hacer frente.

Es en este punto cuando los ejecupijos franceses han maldecido que los trabajadores no se mueran a los cuarenta, decidiendo despedir a los 190 más veteranos para sustituirlos por jóvenes de empresas de trabajo temporal.

El mundo es complejo, sobre todo el de la empresa, pero de ahí a intentar borrar el más mínimo recuerdo de la revolución bolchevique hay un trecho que se está acortando peligrosamente.

26.5.05

Recuerdo al señor Boyero

Al recordarlo tras el paso de los años su nombre me resulta algo particular, pero la primera vez que vi al Sr. Boyero me infundió un tremendo respeto y algo de temor, similar al provocado por Darth Vader pero sin pesadillas.

Tendría yo cuatro o cinco años y mis padres trabajan en un hotel de nueva construcción en una población costera. Ellos estaban empezando y yo a veces me escapaba de la guardería para ir a verlos. En una ocasión mi madre estaba con una máquina de facturación (nada de ordenadores, era algo parecido a una enorme caja registradora mecánica con manivela y todo) y al ver aparecer al director del hotel me escondió debajo de la mesa. Un señor muy alto, con un traje gris impecable, gafas de fina montura plateada y una lustrosa calva recriminó a mi madre que se llevara al niño al trabajo. Sin embargo su tono autoritario dejaba claro que sólo hacía su función de jefe, pero que realmente la cosa no era tan grave.

El director era el Sr. Boyero, y su foto lucía en lo más alto del cuadro directivo del hotel. Muchas veces me vio y aunque se pusiera serio con mi madre era muy amable conmigo, pero yo no podía reprimir un tremendo acojone cada vez que le veía.

Un buen día dejamos aquel lugar y tras varios años (quizás más de diez) volvimos de visita. El boom turístico había cambiado la zona y los hoteles habían florecido como champiñones, donde antes sólo se veía playa ahora había kilómetros de cemento.

Llegamos un viernes por la noche al apartotel donde íbamos a pasar el fin de semana, y al entrar vimos al conserje de noche. Era un señor mayor, vestido como cualquier jubilado que se niega a perder su autoestima, con unas gafas cuadradas de pasta marrón y con algunos pelos blancos que sobresalían de los lados de su prominente calva: era el Sr. Boyero.

Era un hombre optimista, ciertamente alegre, pero con poca energía. Algún grupo de ejecupijos agresivos que adquirieron la cadena de hoteles habían decidido que la experiencia no sirve para nada, y que quizás sea una lástima que los empleados no se mueran a los cuarenta. Algunos, como mi padre, salieron a tiempo y se buscaron las habichuelas en otras partes. Otros, como el señor Boyero, decidieron aguantar los años que les quedaban para jubilarse de la forma más digna posible. El mundo laboral es así de cabrón.

No sé si el Sr. Boyero seguirá vivo o no, pero sea como fuere siempre le recordaré con mucho respeto, sin importar si ocupa el sillón de director o la silla de conserje.

25.5.05

Boonika bate doba

Desde hacía bastante tiempo tenía anotada en la agenda la fecha del jueves y del sábado pasado para recordarme algo tan poco trascendente como el festival de Eurovisión. Sin embargo no quería dejar pasar la oportunidad de volver a ver a uno de mis grupos favoritos (quizás mi grupo favorito de la actualidad): "Zdob si Zdub".

Hace algunos años asistí a un concierto suyo en un club de Rumanía, y me encantaron (fue la única vez que he visto al público pedir tres bises de la misma canción). En eurovisión los periodistas les clasifican como "etno rock", y creo que dentro de la simpleza de un término éste puede encajar más o menos con lo que hacen.

Con el paso del tiempo conseguí todos sus discos y seguí su carrera por la Europa del este, así que me encantó que pudieran asomarse un poco a la Europa del "oeste".

La canción que presentaron no es que fuera lo mejor que han hecho, pero estuvo a la altura. Y lo que no me defraudó fue su actuación, con la abuela tocando el bombo y Roman (el cantante) luciendo su particular estilo "etno".

No ganaron, supongo que porque la abuela no tenía el ombligo al aire ni era rubia, pero fue una delicia volver a verles y, sobre todo, leer de ellos en la prensa española (aunque fuera para descargar en ellos la frustración por la ridícula posición de la todopoderosa España).

Ahora sólo queda que un día suenen en los cuarenta... bueno, mejor que no, que sigan así que son muy buenos.

24.5.05

Star Wars en 1977

Pasan los días y no escribo, ¡qué abandono! El moverse a través de impulsos tiene el riesgo de la poca constancia, pero el sábado pasado supe sobre lo que tenía que escribir...

Sería por el ambiente que se ha creado, sería por haber comprado las entradas con antelación para preparar el evento, sería porque la sala de cine estaba abarrotada, sería por la compañía o por el cubo gigante de palomitas...

Fui al estreno de la última película de Star Wars y aunque no estuvo nada mal lo mejor fue recostarme en la butaca para ver salir las letras del principio: "STAR WARS", con líneas amarillas sobre fondo de estrellas, el tipo de letra futurista de los años setenta y la fanfarria de John Williams. Me trasladé muchos años atrás recordando la sensación de cuando lo vi por primera vez, allá por el año 1977.

Yo era un retoño y mis ojos se salían de las órbitas ante ese espectáculo de luz y color. Me dio mucha pena que se acabara la película, quería que aquello durara para siempre. Recuerdo que mi mente no estaba preparado para la trama de Jedis, Guerras Clon, República e Imperio, para mí sólo estaban los buenos y los malos. Darth Vader era muy malo malísimo pues hasta me daba miendo cada vez que salía.

En aquellas época sólo había un canal de televisión, no había vídeo y muchos menos Internet, pero yo evocaba una y otra vez a los X-Wing y a los Tie Fighter en mi mente. Mis cochecitos metálicos de juguete de repente soltaron amarras y dejaron las carreras de Starsky y Hutch por batallas interestelares.

Una emoción similar al recuerdo de un amor que te ha abandonado y que no volverá me invadía hojeando las páginas de alguna revista o "guía oficial" que me regalaron mis padres. Yo creo que aquellas páginas y fotos se derritieron de tanto mirarlas... Casi tanto como miraba a las estrellas queriendo volar en un X-Wing... hasta que al año siguiente estrenaron Superman y ya me bastaba con un capa. Y es que para olvidar un amor no hay nada como otro.

18.5.05

Skip intro

De los millones y millones de hiperenlaces que hay en internet seguro que uno de los más frecuentes es el de "skip intro" o "saltar presentación", y me pregunta es ¿para qué está ahí? Si hay algo que saltar que no se ponga.

Hace poco tuve que hacer una búsqueda de PYMES y mi interés estaba en sus datos de contacto, productos, actividad... Sin embargo cada vez que entraba en una página aparecían rallajos o bolondrios flotantes no identificados, tardando un montón en cargar y no aportando nada. Por fortuna algún informático con sentido común inventó lo de "skip intro" ante una petición de un cliente al que le gustaba el "flu flu".

Abogo por que se eliminen todas esas intros que seguramente sólo ha visto el que las creó y al que se la vendió, no aportan nada y son muy cargantes (tanto para el ordenador como para el que las tiene que soportar).

Y es que el "Internet en colores" cada vez me recuerda más a "La Nada" de "La Historia Interminable".

17.5.05

Abrir una bolsa del Mercadona

Apurado de tiempo llegué ayer al Mercadona para comprar algo de avituallamiento líquido. Hora punta, todas las cajas a reventar. Por fortuna las cajeras actuaban a pleno rendimiento y el tiempo de espera no era excesivo.

Llega mi turno y la señorita que me atiende pasaba los artículos como queriendo decir: "la mano es más rápida que el ojo". Mientras tanto yo agarré el conjunto de bolsas de plástico y al segundo o tercer artículo ya tenía una dispuesta a ser abierta... y aquí empezó la odisea.

Yo no sé si es que mis dedos están hechos de parafina, pero no hay forma que creen el rozamiento suficiente como para separar las dos capas de la bolsa de plástico. Intento buscar el borde y separarlo con las uñas, pero es una táctica inútil. Intento calentar y arrugar el plástico... nada. Haciendo el numerito de la bolsa estaba yo cuando la cajera me dice: "veintres con diez".

Suelto la bolsa, saco la cartera y le doy treinta euros. Sin guardar la cartera vuelvo a por la bolsa, pero la eficiente cajera ya tiene su cambio y ante la presión del momento me olvido del efecto de la mano libre y tengo que hacer malabares con la cartera, la bolsa, el ticket y el dinero.

Acto seguido se me viene encima un aluvión de artículos del siguiente cliente al que ya se estaba atendiendo, y yo proseguía con mi número circense de la bolsa, que ya había cambiado por otra en la que estaba probando el número del contorsionista (bolsa al pecho, bolsa arriba, bolsa al frente...).

El matrimonio mayor que me seguía ya estaba pasando, y el marido agarró otra bolsa y entre los dos hicimos un bonito dueto de apertura de bolsas de plástico. Los artículos de ambos estaban mezclados en la caja, hasta que llegó la mujer del matrimonio y le abrió la bolsa al marido... ¡cómo heché de menos a mi mujer en ese momento!

Finalmente, y creo que por aburrimiento, mi bolsa se abrió, con lo que pude salir de aquel infierno.


Y es que hay retos en la vida que nos hacen crecer como personas, que hacen que la humanidad se proyecte hacia el futuro con la esperanza de un mundo mejor, pero ninguno como conseguir abrir una bolsa del Mercadona a tiempo para que no se acumulen los artículos.

PD: La próxima vez llevo la maleta, que esa la abro sin problemas.

16.5.05

El mejor gol

Cuando quiero desconectar y no tengo la PS2 a mano nada mejor que ponerse a ver deporte en la tele. Se dice que ver la tele genera menos actividad cerebral que durmiendo, y yo supongo que si además te están poniendo las noticias chorras de fútbol debe de producirse un encefalograma más plano que el de un muerto (recordaré no pensar en fútbol si algún día me hacen un encefalograma, no vaya a ser que algún cirujano le vaya a mi mujer con una solicitud de extracción de órganos dado que el cuerpo está caliente aunque no haya actividad cerebral).

Pues me planteo que para salir de la crisis de contenidos nada mejor que hablar un poquito de fútbol, aun a riesgo de defraudar mi imagen de intelectual de nueva ola :-P

Desde hace unos días vengo dádole vueltas a cuál ha sido el mejor gol de la historia, por calidad y por lo que significaron.

De esta forma descarto, por ejemplo, el gol de Señor en el 12-1 contra Malta, pues aunque significó algo histórico fue de rebote. Tampoco me vale el de Zarra contra Inglaterra, pues también fue algo feo.

También tengo que descartar aquel gol de Mikel Lasa desde su campo, o el de Ronaldo contra el Celta cuando jugaba en el Barça (saliendo de su campo y regateándose a toda la defensa en un insultante alarde de potencia y velocidad), o un gol del Mallorca de los años ochenta (cuando yo era socio) por poco trascendente, a pesar que lo marcara Reus, el portero, al hacer un saque de portería contra el Córdoba (hacía mucho viento y la pelota literalmente planeó hasta la otra portería).


Total, vamos con los buenos, con los que valen.

El gol de Maradona en el mundial de México contra Inglaterra. Lo impresionante es que parece fácil recorrer cincuenta metros sorteando ingleses, pero yo no lo intentaría.

El gol de Zindane que dio al Real Madrid la copa de Europa. Volea desde fuera del área con la pierna izquierda y balón a la escuadra. Yo lo estuve intentando y una vez casi conseguí dar al balón, pero la verdad es que sólo lo rocé.

Pero el más impresionante de todos los tiempos lo marcó un jugador del que ya nadie se acuerda (quizá algún maño). A saber: final de la recopa de Europa, Zaragoza contra el Chelsea, empate a uno en el marcador, último minuto de la prórroga, Nayim recibe el balón en su campo, avanza unos metros y suelta un pepinazo bombeado que se cuela por la escuadra rival. ¡Lástima no ser del Zaragoza para haber disfrutado del gol en su plenitud!


PD: Que conste que disfruté más con el gol del Zaragoza que con los del Madrid o el Barcelona, y es que en esto del fútbol también soy algo ateo.

13.5.05

Crisis de contenidos

Será que la falta de los cereales del desayuno me está afectando más de la cuenta, será que las neuronas se me detienen por el mobbing al que ya estoy acostumbrado. El caso es que desde hace unas semanas la crisis de contenidos que tengo es abismal, corriendo el riesgo de perder al par de lectores que se pudieran pasar por aquí.

Temas hay, pero no palabras para desarrollarlos con cierta gracia. Así que despacho hoy el trámite de escribir (mejor algo que nada) esperando que el lunes alguna musa venga a visitarme.

11.5.05

¿Dónde están mis cereales?

No sé si es que estaban agotados o que ya no los traen, pero las dos últimas veces que he ido al Eroski no tenían mis Quaker Cruesli, ¡qué frustración!

Esta mañana he tenido que desayunar galletas como medida de emergencia, pero a media mañana el rujido del estómago me indicaba que el efecto nutricional no es el mismo, así que me he puesto a buscar información sobre los cereales en internet.

El resultado es que se comenta que están muy buenos, pero que engordan... ya sabía yo que algo tan bueno no podía ser sano.

En fin, a ver si esta tarde tengo más suerte y los encuentro, que estoy con el mono.

10.5.05

Deportes extremos

Hay gente que hace puenting, parapente... pero si se me permite considerar deporte extremo aquel que te deja molido todo el cuerpo, de arriba abajo y de fuera a adentro.

Me duelen las plantas de los pies, las piernas agotadas, los riñones destrozados, los hombros que no puedo levantar la bolsa de la basura (me refiero para ponerla), los dedos de las manos doloridos, taponamiento de las fosas nasales, ojos irritados... No no he pillado la gripe: ¡he estado de mudanza!

Tres días limipiando y moviendo trastos, y todavía quedan un par de viajes y varias cajas por abrir. Esto es demoledor.

Pero bueno, aunque parezca que el fin está lejano al menos ya hemos dormido en el piso reformado.

Por cierto que se me ha ocurrido llamar a la empresa de mudanzas para felicitarles por su trabajo (la verdad es que se portaron y fueron muy cuidadosos) y la mujer con la que he hablado no se lo podía creer... parece que no hay mucha costumbre de llamar para reconocer el trabajo bien hecho.

6.5.05

Educando a los niños... y mayores

En un momento de lucidez se me ha ocurrido una de esas ideas que uno no sabe cómo la humanidad ha podido existir sin conocerlas y que podrá cambiar el devenir de los tiempos (eso si no varían también la órbita de los planetas).

Pues eso, que entre la diarrea mental y el sueño que tengo (echadle la culpa a Buenafuente) se me ha ocurrido una frase para educar a mi hijo (cuando lo tenga): "Recibirás la mitad de las cosas buenas y el doble de las cosas malas que des".

Claro que lo de la mitad y el doble es una burda estimación, y luego puede haber quejas cuando recibas una décima parte de lo bueno y te multipliquen por diez las puñaladas que pegues.

5.5.05

Atasco de diario

Operación salida, operación retorno, todos los años nos advierten de los enormes atascos que le esperan al que quiera salir de su habitual residencia. Esos atascos suelen acudir inexorablemente a su cita, aunque como en esta ocasión a alguno se le ocurra decir que las colas van a dar la vuelta al planeta y peque un poco de excesivo.

Sin embargo lo que levanta mi curiosidad es la formación de los atascos de diario, esos que nos detienen al acudir o salir del trabajo. Y me resultan interesantes por su variabilidad.

Todos los días de lunes a viernes a la misma hora aproximadamente pasamos por el mismo sitio, y salvo que haya habido algún accidente hay días que el colapso es total y otros en los que no hay que hacer ni una parada, ¿cuál es el misterio?

En principio a esa hora la gente que circula somos curritos de rutina fija, con pocos espontáneos que alimenten el atasco.

No tengo respuesta, quizás se me agotan las respuestas a todo y atravesaré una fase de interrogaciones retóricas, máxime cuando hay ocasiones en las que prefiero no tener respuesta como cuando se forma un enorme atasco en el carril contrario donde ha habido un accidente. No me refiero a carreteras pequeñas sino a autovías con dos calzadas donde la única explicación es que los conductores reducen la marcha para ver el espectáculo.