18.7.06

Canapés de ADN (II)

La zona donde se repartían los canapés tenía unas vistas increíbles (las mismas que otras veces, pero ya digo que merecne mucho la pena), aderezadas con una tormenta eléctrica lejana que se veía sobre el mar.

Al acceder nos recibían los camareros con bandejas de bebidas, aunque ya se dejó ver que el personal no debía estar muy motivado o informado pues había uno que llevaba una bandeja con copas de vino blanco y tinto, señalando una copa de vino blanco preguntamos: "¿Qué vino es este?" y el camarero nos contestó "Vino blanco". Ooooooo, vino blanco, qué cosa más interesante, y yo que pensaba que era zumo de tomate.

Nos ubicamos en una zona despejada con la esperanza de que los canapés fueran marchando, pero la espera estaba resultando infructuosa. Nos dimos cuenta que no había más de dos o tres camareros sacando bandejas para las doscientas personas que por allí había, así que nos tuvimos que arrimar más al bulto para coincidir con alguna bandeja.

La primera traía canapés de "foie" con "Chutney" (mermelada de mango). De ese pasé, a pesar que ya tenía ganas de hincarle el diente a algo.

Siguiente bandeja (tras un raaato) con unas bolas marrones. Al interrogar al camarero sólo nos dijo "buñuelos". Me arriesgué y comprendí porqué no dio más información, pues el sabor era indescriptiblemente aborrecible, con un toque a gasolina que me costó quitarme de la boca.

Siguiente hojas de endivia con queso fundido y huevas. La apariencia era pobre, así que también pasé.

La siguiente "snack vejetal"... patatas fritas de toda la vida pero hechas migajas. La verdad es que fue el mejor de la noche.

Creo que hubo algún canapé más, pero mi mente ya los ha eliminado al ser selectiva con los momentos desagradables.

En definitiva, que un suspenso como un castillo para el servicio de catering "Gvadalpin", el personal regular y los canapés aborrecibles.

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