11.7.06

El pecado de los honrados

Después de varios días sigo adaptándome al horario de jornada intensiva, que por más años que pasen no consigo sacarle el jugo al tema, pues ando todo el día o deseando dormir (cuando trabajo) o dormido (cuando no trabajo).

En esas estaba cuando hoy he encontrado un weblog de los que merece la pena leer: El diario de un médico que está harto

Las barbaridades que cuenta creo que se resumen en un párrafo que coincide con algo sobre lo que escribí hace tiempo:
En la sanidad pública, la eficiencia en el trabajo es claramente penalizada. Los ineficaces son los que se llevan la mejor parte. Si un responsable médico, por decencia, por prurito profesional o por candorosa inocencia se pone a trabajar en serio, solventa su quehacer diario con diligencia y se queda sin lista de espera, sus perspectivas son negras. Se le retirarán recursos, presupuesto, personal, etc. … y éstos se transferirán al ineficaz, al que por desidia o por malevolencia infrautilice los recursos que tiene disponibles y tenga más lista de espera acumulada. Ni que decir tiene que los recursos desviados no servirán para paliar la situación asistencial.

Yo extiendo esta afirmación no sólo a la medicina ni a los organismos públicos, sino al resto de las profesiones y también a la empresa privada.

Los que fuimos educados como buenas personas, guardando respeto y cediendo el paso a los demás, somos los que cargamos sobre nuestras espaldas con la maldición del trabajo sin medida ni recompensa.

Cierto es que esta educación estaba pensada para una sociedad en la que la precariedad laboral era moneda de cambio habitual, con lo que la forma de actuar que nos inculcaron fue la de decir amén a todo. los que no no lo hicieran tenían complicado llevarse un sueldo a fin de mes.

Sin embargo el riesgo es evidente: perpetuar la situación.

Cuando la precariedad laboral ya no es tal (los problemas cambian pues antes había vivienda y no había trabajo, ahora hay trabajo y no hay posibilidad de vivienda) uno se plantea porqué seguir pagando con la maldición de la expulsión del Edén toda la vida, pero el sistema te ofrece más manzanas en forma de ascensos, promociones económicas y reconocimientos que nunca llegan en su justa medida.

Y es en ese punto donde triunfan aquellos que no se tragaron el cuento de ceder el paso, aquello de poner la otra mejilla, aquello de hacer "acto de contricción".

Tras haber asegurado los primeros pasos no hay nada como ser un cabrón en su justa medida. Con la habilidad suficiente como para que no te lo puedan reprochar, pero con la astucia de la serpiente haciendo que otros se coman los marrones (aunque sean frutales).

2 comentarios:

cuerpomente dijo...

Si te he entendido bien parece que son los propios medicos (algunos) los que estan saboteando la reduccion de las listas de espera para obtener mas recursos o simplemente poder criticar a Esperanza Aguirre diciendo que no cumple su promesa.
Creo que esos son los cabrones a los que te refieres. Quiza triunfen, pero el mundo sera mucho peor (el mundo en este caso es Madrid, mas concretamente los hospitales).

Los honrados quiza no triunfen, pero hacen lo que tienen que hacer porque no hay ningun campeonato de honradez, en todo caso ayudar a los demás. Y estoy pensando en Esperanza Aguirre que en esta ocasión les da una lección a los médicos, que quedan a la altura del betún

Anónimo dijo...

Lo que yo entiendo es que si un médico cumple con su tarea y sus pacientes no han de "esperar", está jodido porque la demanda de sus servicios disminuye, y si su puesto de trabajo es precario, se va a tomar por culo, hablando mal y pronto.

En cambio, si tiene una lista de espera kilométrica, sus servicios son "necesarios" y su puesto de trabajo es justificable.

En conclusión, más le vale no ser eficiente, trabajar poco y aparentar lo contrario, y arreando que son dos días.

Yo son funcionario, y la esencia del asunto está ahí, es lo que hay. No creo que esto vaya ni contra Esperanza Aguirre ni contra Perico de los Palotes.