31.8.06

Las vacunas

Fueron varias semanas de preparativos, en el sentido en que además de la compra del viaje hubo que hacer varios papeles y ponerse varias vacunas. Lo de las vacunas tuvo su gracia pues me prescribieron cuatro más la profilaxis del paludismo. La de la fiebre amarilla la ponían directamente en "Sanidad Exterior", así como la del tétanos, pero para el resto nos tuvimos que buscar la vida.

Eso sí, nos dieron una libretita amarilla donde se anotan las vacunas, y en mi inocencia yo pensaba que tenía un formato más o menos internacional. Sin embargo cuando unas semanas después nos requirieron la documentación sanitaria pude comprobar que cada país tenía un tipo de documento de su padre y de su madre, algunos escritos a mano. A fin de cuentas la "autoridad sanitaria" tampoco era muy exigente, pues miraba que tuvieras un papel en la mano y ni comprobaba el nombre o la foto del pasaporte.

Para que todo saliera más barato decidí que las vacunas del tifus, hepatitis y malaria me las subvencionara el estado (para eso pago un seguro sanitario obligatorio), así que tuve que buscármelas para ir al médico a pedir las recetas. El sistema de cita previa me sorprendió por su eficacia (incluso por teléfono), pero no me extraña que la gestión sanitaria sea tan deficiente si para pedir unas vacunas recomendadas por el Ministerio de Sanidad tengo que acudir al médico cual paciente, con el consiguiente gasto en recursos sanitarios.

El caso es que me recetó sin problemas las del tifus y la hepatitis, pero la de la malaria no le aparecía en su base de datos. Ya nos avisaron que ese tratamiento era muy nuevo, pues el clásico consiste en tomarse una pastilla cada domingo durante varias semanas (olvido seguro). Sin embargo el médico no se inmutó, como el ordenador no le daba el medicamento copió letra por letra lo que decía el papel del Sanidad Exterior, sin problema (y digo yo, ¿para qué hace falta el médico si receta algo que desconoce?).

Voy a la farmacia y sólo me pudieron dar la del tifus, el resto las tenían que pedir y en un día las tenía allí (la verdad es que son la mar de eficientes).

Al día siguiente me comentan que la de la hepatitis requiere del visado del inspector médico, y la de la malaria no la cubre la seguridad social. Procedo a pagarla de mi bolsillo y... ¡cincuenta eurazos la caja! Por supuesto que una caja no es suficiente para todo el tratamiento (valiente panda de...) así que tuve que pencar tres cajas para dos personas.

De la hepatitis directamente pasé, otra vez pedir hora, ver el careto del médico que le toca el turno de tarde, explicarle lo del inspector médico... quita, quita, agua embotellada todo el rato y ya está.

La vacunación acabó buscando una ATS del seguro privado que nos puso el producto sin mirar la etiqueta, y luego lo apuntó en la libreta amarilla copiando el nombre letra por letra.

Ahora estoy inmunizado durante un montón de años para un punñado de cosas, aunque eso no me privó de pasarme una noche devolviendo por algún bicho que pillé en el periplo keniata.

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