23.9.09

El rayo láser

A las once y media de la noche todos dormíamos, Ulises desde hacía un buen rato, pero el sueño se vio interrumpido por una llamada al portero automático.

Como sonó un tono corte lo dejé pasar sin apenas moverme de la cama, pero al poco volvió a sonar con insistencia.

- ¿Quién es? - dije con voz lúgubre y algo ronca.
- ¿Tiene usted un niño? - interroga una voz de mediana edad con marcado acento merdellón.
- Sí.
- Pues dígale a su niño que deje el rayo láser.

Hmmmmm, a ver, ¿Ulises ha estado manipulando en secreto alta tecnología militar? ¿y todo eso mientras duerme en la cuna? Pues va a ser que no.

- Mire, aquí todos estamos durmiendo y el niño también.
- Se puede usted asomar al balcón para ver si es su balcón el del rayo láser.
- Sí, sin problema.

Me asomo al balcón y al poco veo un hombre mirando para arriba, le hago una señal y me meto para adentro.

Un tanto atónito intento conciliar el sueño... y suena el portero automático de nuevo.

- ¿Sí?
- ¡Qué le diga a su niño que deje en paz el rayo láser!
- Que le digo que aquí todos estamos dormidos y nadie tiene un rayo láser.
- Pues están molestando a mi madre con un rayo láser de los del fútbol.

¿Rayo láser de los de fútbol? ¿Pero dónde va este tío al fútbol? O peor aún, ¿qué hace este tío cuando va al fútbol?

- Pues aquí no es.
- Pues dígale a sus vecinos que dejen en paz el rayo láser.
- Vale, vale.

Claro, evidentemente voy a ir a las doce de la noche puerta por puerta a decirle a los vecinos que no molesten con un rayo láser "de los del fútbol".

Me metí en la cama y ya no volvió a sonar el portero automático.

Ulises seguía durmiendo.

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