15.6.06

Mirarse al espejo

De pequeño me miraba en el espejo del cuarto de baño durante largo rato. Veía una cara de un niño feo, quería ser como John Travolta pero mi cara no volvía loca a las niñas. Tras unos minutos mi cara se empezaba a deformar, y siempre me preguntaba cómo sería cuando creciera.

Hoy en día el espejo del cuarto de baño no sirve para verme la cara, pues cuando estoy frente a él es para realizar alguna tarea muy específica (el afeitado principalmente) a unas horas en las que los párpados apenas se abren. Sin embargo el espejo del ascensor nos obliga a fijarnos en los pequeños detalles de nuestra cara, pues en los segundos del viaje no hay mucho más que hacer (o el espejo o ver pasar los números de los pisos).

Por fortuna no hay tiempo para ue la cara se deforme, pero ya veo la cara de persona mayor que deseaba de niño. No envidio aquella edad ni aquellas cara, por más imperfecciones que tenga la actual, pero me pregunto qué pensaría aquel niño si me viera ahora. Sólo estoy seguro que seguiría prefiriendo la de John Travolta.

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