22.5.09

Dormir mucho, poco o no dormir

Uno de los factores determinantes en el estado de humor de Ulises es el sueño, sobre todo la cantidad de horas que duerme a lo largo del día.

Lo ideal es que duerma dos horas por la mañana y otras dos por la tarde, pues eso permite un ritmo adecuado de comidas y acostarse por la noche a una hora normal. Sin embargo las siestas callejeras descabalan un poco las cuentas y el tema es difícil de controlar.

Hay días en los que las siestas le duran media hora, con lo cual luego está incómodo, y si se le junta el hambre la cosa se pone fea, pues le cuesta mucho comer, por no hablar de que se restriega los ojos mientas come, con lo que acaba de papilla hasta las cejas (literal). Estos días son los peores, hace falta armarse de mucha paciencia.

En el otro extremo están los días de las siestas de tres horas, en los que las comidas se descabalan. Una vez intenté despertarle suavemente (simplemente le llamé por su nombre) y se puso a llorar hasta que vio que no le seguía molestando, y se volvió a dormir. El problema al final es que por la noche no se duerme, y tiene ganas de juerga tras la cena.

En el punto intermedio, pero también fuente de malos ratos, están los días en que simplemente no se puede dormir. Anoche, sin ir más lejos, Ulises estaba fundido, dejó la cena a medias del sueño que tenía, pero luego no podía conciliar el sueño, tardando dos horas en dormirse tras haber intentado de todo (música, agua, en la habitación, en el sofá, con papá, con mamá, con Pocoyó...). Se le notaba el sueño que tenía, pero al intentar dormir no hacía más que dar vueltas y moverse, así que se puede sospechar que algo le molestaba (quizás los dientes, quizás la barriga, misterio).

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