Paseando ayer con Ulises por la calle una niña pequeña se acercó entusiasmada diciéndole a sus padres "¡un bebé, un bebé!", y mientras se acercaba no era consciente del peligro que estaba corriendo, pues Ulises ya había extendido sus garras para quedarse un mechón de pelo de recuerdo.
Y es que lo más peligroso del bicho no son las patadas a la altura del hígado con la que nos despierta, o las "palmitas" que hace con nuestra cara, sino su interés por coleccionar mechones de pelo.
Tras un día con Ulises su madre estuvo a punto de estar a punto cuando prigando con la papilla Ulises intentó el enésimo tirón de pelo, y es que parece pequeño, pero no es inofensivo.
La solución, el corte al dos de papá.
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1 comentario:
Si digo yo que me recuerda a una prima suya - Leire - que no había quién le abriera la mano y cuando lo conseguimos nos encontramos con los pelos de la otra niña. ¿funcionará la genética?
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