Superado el noveno mes nos adentramos en el décimo con un par de estrenos: jamón cocido y queso fresco.
La pediatra dijo que se lo fuéramos dando, pero no dijo cómo ni cuando, así que simplemente empezamos a jugar con ello. Ulises todavía no lo come en abundancia, pero como todos los nuevos sabores le causan cierta curiosidad. Cuando le pongo un poco de jamón o de queso en la boca Ulises se ríe cuando descubre las nuevas sensaciones.
El queso le resulta más divertido, quizás porque se deshace en bolitas y tiene una textura especial, pero se cansa pronto. Con el jamón dura más, ya aunque empieza reticente acaba agarrando los trocitos a puñados para llevárselos a la boca (aunque dada su limitada habilidad al final apenas le llega a entrar un trocito).
No sé si será un efecto secundario de estos experimentos, pero el caso es que hoy ha merendado muy tarde y apenas ha cenado papilla. Dado que come otras cosas esto se podría considerar algo normal, pero lo extraño ha sido que mientras comía la papilla ha empezado a llorar desesperadamente y de forma repentina, quizás le dolía la barriga, aunque siempre la hipótesis más fiable es la de los dientes.
En cualquier caso el biberón se lo ha tomado sin rechistar y se ha dormido bien... bien tarde, pero eso es para contarlo en otro momento.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario