
No se puede decir que estuvieran mucho rato, pero Ulises mostraba interés en la tarea, aunque no tanto como el que ambos mostraron por pasear con el carrito de juguete de Lucía, motivo de rabietas por ambos bandos cuando el otro era quién lo conducía.
Por cierto, las rabietas ya no son unos meros llantos esporádicos, son lloros y gritos a lágrima viva acompañados de vueltas por el suelo.
1 comentario:
Tal como describes esas rabietas, me ha venido a la mente Leire a esa edad, también las tenía y le daba igual donde estuviera, se tiraba al suelo.Con el tiempo las olvidó.
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