25.4.10

Ojos azules

Apenas acababa de empezar la tarde del 21 de abril cuando la enfermera trajo a la habitación una cuna de metacrilato, y en ella un bebé que nos pareció muy pequeño, pero muy guapo (a diferencia del resto de recién nacidos).

La enfermera empezó sus explicaciones protocolarias, algo así como la guía rápida de usuario, pero al ver nuestras caras dijo "vosotros ya sabéis esto ¿no?". Ante nuestra respuesta afirmativa se despidió amablemente.

Y allí estaba Héctor, aún sin nombre, en la cabecera de su cuna aparecía un círculo bajo una flecha que apuntaba a la una y media (curiosamente la hora de su nacimiento) acompañando a los apellidos de papá y mamá.

Sabíamos lo que teníamos que hacer, los nervios en ningún momento nos habían visitado y tampoco hicieron acto de presencia en aquel momento.

Sólo hubo cierta zozobra unas horas antes, cuando a las cinco de la mañana la mamá dijo "he roto aguas"... dos semanas antes de lo esperado, una semana antes de lo planificado... Sin prisa, pero sin pausa, activamos el protocolo, dejamos a Ulises en la guardería y fuimos al hospital.

La espera fue tranquila, todo aquello nos resultaba muy familiar.

Han pasado más de cuatro días y Héctor ya tiene personalidad propia. Desde el primer día nos mostró sus ojos y su agudizado instinto (lo primero que hizo al caer en brazos de mamá fue empezar a buscar su comida), ojos que hoy ya son azules e instinto que seguro que le hacen crecer rápido.

Le gusta dormir solo, en la cuna o en el sofá. Apenas se queja, al principio ronroneaba cuando tenía hambre, ahora simplemente activa su instinto de búsqueda.

Es fuerte, como su hermano, aunque haya pesado un kilo menos. Tumbado es capaz de girar la cabeza para seguir un sonido, sus pequeños dedos aferran con fuerza lo que se ponga a su alcance.

En solo un día nos ha cautivado a todos... y aunque la experiencia haya sido distinta al nacimiento de Ulises tengo claro con cual me quedo: con las dos.

No hay comentarios: