27.3.09

Haciendo gasto al seguro

Cuando ayer por la mañana Esperanza me dijo por teléfono que si llevaba a Ulises a urgencias por el dolor de oídos se me hizo todo un pelín cuesta arriba, así que le dije que adelante (siempre tiene a mano el libro de salud de Ulises y la tarjeta sanitaria). Sin embargo al rato me llamó diciendo que en el ambulatorio no atendían de urgencias y que a partir de las tres y media de la tarde me podía ir a la pediatra y esperar a que me atendiera sin número.

Cuando llegué a casa y vi a Ulises durmiendo sin mayor problema no me preocupé tanto, y dado que por la tarde tenía que volver al trabajo decidí que después sería el momento de inaugurar las visitas a urgencias del hospital del seguro (hay que hacer gasto, que su dinerito se lleva).

No puedo dejar de mencionar (y agradecer) a la tía de Ulises que se quedara esa tarde con él, aprovechando la coyuntura económica nacional (tiene tiempo libre tras haber empezado a visitar la oficina de desempleo). Eso me permitió cumplir con mis compromisos laborales para después iniciar nuestro periplo sanitario.

Lo cierto es que ir a urgencias a las siete de la tarde no tiene mucha gracia, pues todo el mundo está operativo, y tras pasar por admisión nos mandaron a un otorrino que estaba pasando consulta esa misma tarde. El médico me hizo sujetar a Ulises mientras le introducía una cámara por los oídos, diagnosticando una pequeña infección (cada vez constato más que los médicos tienen dos recetas: analgésico o antibiótico, en función de si hay fiebre o no, así que Apiretal).

Cuando Ulises empezó a recuperarse de la llantina y el mar de lágrimas que le había provocado el procedimiento, le soltó una mirada al otorrino que iba entre el odio y el decirle "me quedo con tu cara para cuando crezca", pues ciertamente no le había gustado que le urgaran por ahí dentro.

Volvimos a casa sin novedad, Ulises tranquilo y durmiendo a destiempo, pero esa historia ya está contada.

No hay comentarios: