Tras unos días de vacaciones uno no puede dejar de sentirse extraño al volver al trabajo, aunque en esta ocasión la sensación se ve incrementada por el hecho de no haber desayunado esta mañana.
De forma rutinaria miré ayer la agenda y comprobé que había olvidado que esta mañana tenía la revisión médica anual que hace la empresa. Este año el procedimiento consiste en extracción de sangre (en ayunas) y entrega de tarrito de orina a primera hora y revisión médica a media mañana.
Dado que no había recogido el pernitente tarrito opté por cambiar mi rutina matutina y no pasar por el servicio nada más levantarme, así llegué al trabajo con el estómago vacío y vegiga a tope. Tras depositar una muestra en el tarrito y la posterior extracción de sangre desayuné un pastelito de máquina y me dispuse a trabajar.
Apenas me habían venido las ganas de trabajar aconteció un apagón eléctrico que impidió que desarrollase todo mi potencial creativo (¡cachis!). Cuando volvió la luz tuve que ir al reconocimiento.
El diagnóstico: tensión baja (no sé qué se puede esperar después de que te saquen sangre). Lo raro es que no me hayan diagnosticado que estoy muerto pues es la primera vez que me oscultan sin tener que quitarme ni el jersey.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario