Operación salida, operación retorno, todos los años nos advierten de los enormes atascos que le esperan al que quiera salir de su habitual residencia. Esos atascos suelen acudir inexorablemente a su cita, aunque como en esta ocasión a alguno se le ocurra decir que las colas van a dar la vuelta al planeta y peque un poco de excesivo.
Sin embargo lo que levanta mi curiosidad es la formación de los atascos de diario, esos que nos detienen al acudir o salir del trabajo. Y me resultan interesantes por su variabilidad.
Todos los días de lunes a viernes a la misma hora aproximadamente pasamos por el mismo sitio, y salvo que haya habido algún accidente hay días que el colapso es total y otros en los que no hay que hacer ni una parada, ¿cuál es el misterio?
En principio a esa hora la gente que circula somos curritos de rutina fija, con pocos espontáneos que alimenten el atasco.
No tengo respuesta, quizás se me agotan las respuestas a todo y atravesaré una fase de interrogaciones retóricas, máxime cuando hay ocasiones en las que prefiero no tener respuesta como cuando se forma un enorme atasco en el carril contrario donde ha habido un accidente. No me refiero a carreteras pequeñas sino a autovías con dos calzadas donde la única explicación es que los conductores reducen la marcha para ver el espectáculo.
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