28.9.06

Vivo sin vivir en mí

Vivo sin vivir en mí,
y de tal manera espero,
que muero porque no muero.

Esto es lo que se me vino a la mente después de la sesión de gimnasio de ayer, pues no es que no me sintiera las piernas, es que directamente no me sentía.

También me acordé de aquel profesor de educación física (el Sr. Tomeu) que, con toda su mala leche, decía: "Que nadie pare de correr, sólo se puede parar si se echa el hígado por la boca. El hígado es una cosa viscosa y blanda, hasta que no lo sintáis en la boca no se para". Era menos poético que Santa Teresa, pero igualmente descriptivo.

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