Todos los 22 de diciembre no puedo evitar poner la radio para escuchar el sorteo de la loteria de Navidad. No es por la ilusión que me pueda hacer ganar pues no suelo jugar (este año ni tan siquiera llevo ni una participación), lo hago porque me recuerda al inicio de las vacaciones de Navidad cuando era niño.
En cierto modo supongo que evoco la ilusión de aquellos días, cuando se aproximaba Nochebuena y los regalos, cuando la Navidad no empezaba el 2 de noviembre.
Lo cierto es que uno se siente reconfortado participando de las tradiciones, aunque sólo sea de forma pasiva. Además creo que este soniquete de la lotería debe ser algo parecido a un mantram que nos adormece y relaja.
Ya sólo faltaría que uno creyera en estas cosas de la lotería, pero sabiendo que hay muchas más probabilidades de morir fulminado por un rayo que de ser afortunado por la lotería prefiero intentar huir de ambas cosas.
De hecho si uno optara por jugar lo haría al cupón de los ciegos, pues jugando toda la vida hay altas probabilidades de que te toque al menos una vez. Sin embargo no habría que jugar al euromillón, pues la probabilidad de acertar es tan baja que se aproxima a lo imposible (se podrían hacer varios juegos probabilísticos sobre cosas más probables de suceder que un pleno del euromillón).
Ahora la pregunta es: ¿es preferible vivir ilusionado, aunque sea con un engaño, que vivir teniendo la certeza de que no va a pasar nada extraordinario?
Casi se podría afirmar que la lotería cumple una función de contención social, algo parecido a la religión, pues mientras la gente tenga esperanzas en que su situación podrá mejorar por algo que supera su entendiemiento es menos probable una rebelión por puro desencanto.
¡A las barricadas!
(caray a lo que he llegado evocando el espíritu navideño).
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1 comentario:
A mi el futbol por la radio (en general, pero por la radio más) me parece aburridísimo.
El sorteo en cambio lo soporto cuando cuentan las anécdotas sucedidas. El canturreo de los niños, lejos de adormecerme me pone de mala leche.
A mi tampoco me ha tocado nada...
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