15.12.05

Pasteis do Beleim (II)

A media tarde llegamos a Badajoz y nos pusimos a buscar el hotel (Hotel Río Badajoz, de tres estrellas). Al final resultó de los más fácil llegar a él (estaba en la carretera a Portugal).

En recepción nos atendió una señora más o menos mayor (habría pasado la cicuentena de largo) pero muy amable y eficiente. Nos dio un plano del centro y nos recomendó las zonas por las que podíamos pasear. También nos indicó un par de sitios para cenar matizando que "estos son los sitios a donde yo voy".

La idea era salir inmediatamente, pero caímos en la cama fulminados y no pudimos privarnos de un par de horas de siesta.

Finalmente salimos de noche y dimos un paseito por el centro histórico, comprobando que no ésta no era una ciudad muy turística, pero que seguro que sí era confortable para vivir por la cantidad de parques que vimos.

También pudimos comprobar que la especulación inmobiliaria estaba presente, y parece que no hay mucha oferta a tenor de lo solicitados que estaban algunos pisos:


A eso de las nueve nos metimos en uno de los restaurantes recomendados, pero aún no tenían abierta la cocina así que nos tomamos algo pues el ambiente era muy agradable en el bar (había muy pocas personas). Al rato el camarero nos hizo pasar al restaurante excusándose por la espera.

Una amable camarera "que no llevaba mucho tiempo" (yo creo que la debieron contratar para ese día) nos acompañó a la mesa que fuera de nuestro antojo (no había nadie) y nos dio la carta. Se notaba (a kilómetros) que la chica no tenía muchas tablas, pero lo suplía con humildad y amabilidad.

Al poco llegó el maitre, de nuevo una persona amabilísima con una gran profesionalidad que nos recomendó las especialidades de la casa.

Finalmente nos pedimos una lubina en salsa de almendras y un secreto ibérico... exquisito todo. Hacía mucho, mucho que no disfrutaba tanto del sabor de un restaurante. La lubina además tenía una presentación magnífica, y el secreto estaba cortado en tiras de forma que no hacía falta usar el cuchillo.

La cena nos salió por unos 50 euros en total, pero no nos cobraron las bebidas que nos tomamos en el bar "por la espera" (por cierto que apenas entró nadie más a cenar, así que la tranquilidad fue la nota predominante).

La verdad es que no teníamos previsto ir de restaurantes, pero sólo por esa cena mereció la pena la visita a Badajoz.

PD: El restaurante es el asador "Los Canchales" y su teléfono es el 924244443.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Fijaté, nosotros hemos ido a trabajar a Badajoz y los compañeros que fueron allí no hablaron demasiado bien de la ciudad.
Aunque supongo que no es lo mismo ir de curro que de ocio...