Tremendo el puente que me estoy tomando, y que ya llega a su fin. Desde la época universitaria no iba de oca en oca saltando laborables para prolongar los festivos.
Pero hay que retornar, y es que cada día estoy más convencido que el trabajo es una maldición divina, hipótesis que hasta el Génesis corrobora con aquello de "el pan con el sudor de tu frente" (actualizado a día de hoy habría que añadir al pan la hipoteca).
Entiéndaseme bien, por trabajo me refiero únicamente a lo que tenemos que realizar por narices, como el hecho de ir al colegio cuando éramos pequeños (seguro que hay gente que curra y le gusta, igual que habría alguno al que le encantaría ir al colegio, pero es que raritos hay en todas partes).
Lo que más me revienta es que a veces parece que este dios de las maldiciones es un cachondo (disculpen la herejía) pues nos obliga a currelar como condenados y luego, con toda su ironía, nos regala unos cuantos festivos en los que hay que rendirle pleitesía (domingos, Navidad, Inmaculada, Semana Santa...). Será por eso que los mejores días de la semana son los sábados y las mejores vacaciones las de verano.
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1 comentario:
Supongo que con los años me voy volviendo más vaga y cada vez más, considero el trabajo una maldición divina,si...¿y aquellos días en los que una empezaba con ilusión un curre y no tenía pereza en pensar en madrugar?Ainssss
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