20.12.04

Comida de empresa

La primera vez que uno va a asistir a una comida de empresa acude con cierta ilusión y curiosidad (quizás la de ver a los jefes con la corbata soltada), pero tras asistir a un par de ellas uno se pregunta el sentido de esta tradición.

No hablaré de aquellas empresas en las que los empleados se tienen que rascar el bolsillo para ser invitados, pues carece de sentido hablar de "invitación" en estos casos.

Me referiré a aquellas en las que la empresa paga, poco en un primer momento (cuando la empresa es pequeña) y mucho un tiempo después, produciéndose aquí un hecho paradójico.

Cuando la empresa roza lo familiar la cena o comida de empresa tiene un valor entrañable, es interesante acercarse a las inquietudes más humanas de aquellos que día a día nos exprimen hasta el tuétano, o simplemente de aquellos con los que no solemos tratar. Además el aspecto gastronómico no suele estar mal.

Sin embargo en las empresas grandes las comidas empiezan por todos los detalles de la organización, la disposición de las mesas, a ver con quién come cada uno, la elección de los menús... la celebración es lo más parecido a la de una boda en la que te sientas a la mesa con las mismas personas con las que comes todos los días, sólo que en esta ocasión la comida es peor. Los jefes se desmadran menos, lo justo hasta el punto de pretender dar un discurso que pocos entienden. Y el final suele ser alguna barra libre (bueno, más o menos) donde uno sólo quiere quitarse de enmedio pero, al igual que en las bodas, uno siente una extraña fuerza que lo retiene hasta las tantas por el simple hecho de no irse el primero.

De nuevo la técnica del escaqueo es la mejor, y esa es la que puse en práctica con la frase: "Es que estoy acabando una cosa". Cuando el único teclado que sonaba en la empresa era el de mi ordenador puse tierra de por medio y comí con la familia, que es lo que toca en estos días.

2 comentarios:

Stand by dijo...

Fliparía si, encima de tener que ir a comer con los jefes, me hacen pagar por ello. Faltaría más, serían ellos los que tendrían que pagarnos a nosotros, por sufrir su presencia, quiero decir :-)

Anónimo dijo...

Y a mí que me están dando verdadero asco las dichosas comiditas esas de empresa y nunca he ido a ninguna...