Hace ya algunos años mi profesor de matemáticas de COU (¿sigue existiendo el COU?) nos puso un problema de probabilidades: Supongamos que la probabilidad de que alguien compre por catálogo un elefante rosa con lunares azules (se entiende que vivo) es de 0,00000001 (muy baja). Un insistente agente comercial está dispuesto a enviar por correo el catálogo de elefantes rosa a varias personas, y si tras un tiempo no recibe respuesta volverá a enviar el catálogo hasta que alguien compre. ¿Cuál es la probabilidad de que venda al menos un elefante rosa?
No recuerdo el desarrollo del problema (basado en series infinitas), pero sí la solución: la probabilidad es 1.
Dicho de otra forma, si hay una remotísima posibilidad de que alguien responda que sí basta con repetir la pregunta cada vez que se obtiene una negativa.
Esta es la razón que argumento para aceptar el mamotreto europeo, y aunque parezca poco creíble es también uno de los pilares de la publicidad.
Sólo hay que hacer memoria por unos segundos para recordar al menos un par de elefantes rosa que hayamos comprado por obra y gracia del continuo bombardeo publicitario. Y es que si son capaces de traernos detergentes del futuro qué no serán capaces de hacer los publicistas con nuestras inocentes mentes.
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1 comentario:
Amigo, la de elefantes rosa que tengo por ahí molestando, y que, por mucho que tire alguno, de puro no gastarlos, se reproducen.
Un saludo.
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