Antes de que mis dedos tocaran un ordenador o videoconsola recuerdo el magnetismo que me producían los recreativos que había al lado de mi colegio.
Mis padres no querían que fuera allí pues había venta de droga en los billares que estaban al lado, pero como las máquinas estaban antes que los billares nunca llegué tan dentro. A pesar de todo no podía evitar saltarme alguna que otra actividad extraescolar por quedarme a ver como jugaba la gente (no tenía ni una peseta, pero era como el chiste de jugar al poker y perder). Lo malo es que se me iba el santo al cielo y en lugar de estar allí durante la hora de la clase me quedaba dos o tres horas, y mis padres me pillaban indefectiblemente.
El primer contacto con un ordenador lo tuve en una celebración que hizo el colegio con muchas actividades, y entre ellas había una demostración del aula de informática. Me quedé prendado de aquellos VIC20 de Commodore. Sólo había algunos juegos (cutres como ellos solos) hechos en BASIC y muchas líneas de un código que no entendía para nada, pero aquello me dejó totalmente prendado.
Y hasta hoy, que veo como se ha plasmado en realidad aquello que decía mi libro sobre el futuro de la tecnología (hablo de un libro de hace treinta años) sobre que la gente podría comprar sin salir de casa, aunque seguro que el autor no se podía haber imaginado esto de Internet.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario