7.11.04

Justificando el perreo

A la pregunta de "¿Qué habéis hecho este fin de semana?" un amigo me contestó: "Hemos estado perreando todo el fin de semana".
Aclaro que "perrear" es uno de los escasos verbos que no denotan acción alguna, o no más que la de un perro casero cuya mayor aspiración es convertirse en un bello durmiente (aunque peludo).

Los requisitos del perreo son un sofá, una tele y un mando a distancia, sin el cual el perreo no puede ser completo.

Pero semejante placer deja ciertas secuelas en nuestra conciencia al pretender que hay cosas mejores que hacer (¿qué puede haber mejor que una tarde de sofá con mando a distancia?... bueno... sí, eso... pero no viene al caso).

El caso es que hoy se cumplía un requisito del perreo: es domingo. Pero entré en crisis pues bajo la vista y veo los michelines en el proceso de dilatación propio del perreo, así que tuve que abandonar la placentera inactividad por el sadismo de un par de horas de gimnasio, que cuál dosis de insulina requiere nuestra conciencia para que la dulzura del perreo no colapse nuestras neuronas.

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