Tras los treinta y tantos años que me han ido curtiendo la búsqueda del misticismo ha pasado a un plano absolutamente secundario, buscando la felicidad en placeres más mundanos.
Pero hay un templo en el que ni yo ni mi mujer (de condiciones místicas similares a la mía) podemos negarnos a participar del ritual poniendo toda nuestra devoción en ello: es el "Típico andaluz", tasca ubicada en Estepona y dedicada al deleite del paladar con sus exquisitos jamones.
No importan las esperas, el ruido, la dureza de las sillas, el rito empieza viendo cómo del cuchillo jamonero van saliendo finas lonchas que luego, una vez en el paladar, provocan la detención de los relojes, sonidos o cualquier distracción general, quedando todos los sentidos al servicio de la degustación de semejante exquisitez.
No soy un entendido, pero sé que independientemente de la variedad (serrano, de bellota, de recebo, dulce...) absolutamente todos los jamones provocan experiencias místicas que hacen que uno dude por unos segundos de su incipiente ateismo.
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