29.1.09

Efectos de la fruta

El primer efecto de las papillas de frutas es que nos estamos hinchando de comer medias frutas, de hecho en casa apenas hay otra comida que no sea fruta.

Otro efecto, fruto de la inexperiencia, es que hemos tenido que tirar algunos baberos que se nos han llenado de moho. Basta con que se queden un día con los chorreones de papilla para que el cultivo empiece a florecer.

Pero los efectos más notorios vienen por donde amargan los pepinos. Ulises ya sólo mancha uno o dos pañales al día (mojar moja varios, pero manchar no más de dos), ahora bien, los convierte en pañales que deben ser tratados como residuos radioactivos. Hasta ahora dejábamos los pañales en un cubo y tirábamos la bolsa cuando se llenaba, pero ahora sólo con el contacto del aire todo se impregna de un aroma que permanece en el ambiente varias horas, con lo que estos pañales deben recibir un tratamiento especial (bolsita individual y al cubo de basura de los residuos orgánicos).

Ulises también ha aumentado espectacularmente el índice de flatulencias por unidad de tiempo, aunque de momento sin carga radioactiva.

Lo que de momento no hemos observado es que la fruta le sacie más que un biberón, de hecho la papilla se intercala como cualquier otra toma si se come bastante, pues lo normal es que en una hora esté pidiendo más comida dado que rara vez se toma más de la mitad de la papilla.

El recuento de la merienda ya contempla plátano, pera, manzana y naranja, y el bicho sigue creciendo a lo ancho y a lo alto.

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