23.10.09

Cuatro horas de tratamiento

Con el cuadro de vómitos que habíamos tenido, y la explosión líqueda que aún estaría por venir, llevé a Ulises a urgencias.

Parece que los caminos a urgencias le sientan bien a Ulises, pues suele dormirse y luego entra en la consulta con apariencia de estar más sano que una manzana.

Estrañamente no llegamos a esperar ni cinco minutos y nos atendió una amable pediatra que tras examinarle me dijo que lo mejor era darle suero poco a poco, y si en cuatro horas no devolvía pues darle algo de comer. Ulises salió de la consulta por su propio pie, no hay nada como un espacio amplio que caminar y descubrir.

En el camino a casa iba pidiendo agua, y buscaba su vaso en el carro, pero la pediatra insisitó en que nada de agua, sólo suministro de suero de forma progresiva.

Empezamos por una cucharadita, a los cinco minutos otra, a los cinco una grande... todo trnscurrí con normalidad hasta que llegó la explosión líquida. Se ve que el arroz del día anterior había provocado un tapón, y al disolverse se vació el líquiso acumulado en el intestino. El pañal se quedó colgando sospechosamente, pero era inevitable el desborde. Obviaré los detalles.

Tras el baño, más suero y muchas quejas por hambre, Ulises se durmió.

La noche transcurrió entre peticiones de biberón que se acallaban con biberones de suero, hasta que ya por la mañana desayunó papilla de arroz.

Ya todo parece haberse normalizado, aunque hemos seguido una dieta estricta a base de arroz, patata, suero y agua, hasta que esta noche le hemos dado un yogurt y medio biberón. Parece que el virus ya se ha despachado a gusto con todos los habitantes de la casa y ya se habrá ido a visitar a su próxima víctima (su tía, por citar un ejemplo).

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