21.10.09

La siesta justa

Mantener horarios rigurosos es complicado habitualmente, por lo que con un niño de un año aún lo es más, sin embargo siempre hemos intentando mantener rutinas.

Sin embargo en las últimas semanas la rutina de las siestas diurnas se ha desmadrado, pasando de dormir mucho a apenas dormir nada, y ayer este último aspecto manifestó sus consecuencias.

Sin hacer nada especial en la guardería Ulises apenas durmió una hora, y por la tarde en casa apenas media hora. Cuando pasaban las siete y media de la tarde y recién llegado del paseo con sus tíos empezó a encadenar rabietas sin sentido, cuya única explicación es el cansancio que tenía.

Desde luego Ulises tiene auténtica pasión por tocar todo aquello que no se le permite tocar. De hecho algunas veces le hemos cedido los objetos que llamaban su atención (por ejemplo un teléfono móvil), pero en el momento que lo tiene ya no muestra interés. Por contra cuando no se le deja tocar algo muestra su enfado, que ayer alcanzó tintes dramáticos a tenor de los gritos, llantos y lagrimones que derramaba.

Normalmente las rabietas se le pasan en escasos segundos, pero en esta ocasión se prolongaban bastante. Las distracciones con juegos o música surtían un efecto temporal, hasta que ya optamos por empezar rutina de cena (además de sueño tenía bastante hambre), ducha y biberón. Cayó vencido por KO en el primer minuto tras acabar el biberón.

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