26.9.08

Un día en la oficina

Como condición para poder alargar mi baja de paternidad unos días (a costa de las vacaciones, por supuesto) he tenido que ir unas horas a la oficina para resolver algunas cuestiones y asistir a un par de reuniones.

Tras las felicitaciones de todo el mundo me dispuse a iniciar mi trabajo e, instantáneamente, sentí un tremendo aburrimiento por estar allí. Han sido varios días en los que cada minuto se disfrutaba, de forma distinta a las vacaciones pues cuando uno viaja busca experiencias y cosas nuevas, ahora simplemente se saborea el paso del tiempo de forma calmada.

Emepzaron las reuniones y lso problemas habituales del trabajo, las dificultades de llegar a los números, los planes de la direccióon para conseguirlos... pero mi sonrisa nadie me la ha logrado borrar.

En las reuniones he participado poco, lo justo, principalmente porque veía que la gente movía los labios y emitían sonidos, pero me ha resultado totalmente irrelevante lo que contaban, sólo dejaba transcurrir esos minutos de la basura.

Cuando volví a casa rompí mi rutina habitual de ponerme ropa cómoda, asearme y arreglar las cosas de casa. En su lugar fui directo a lavarme las manos y a por Ulises... y con él en mis brazos volvimos a degustar juntos el transcurrir pausado de los minutos.

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