6.10.08

El paseo

Hoy ha sido el día de la vuelta al trabajo, y el primero que he pasado separado de Ulises. Creo que no ha sido demasiado duro porque todo está impregnado de cierto halo de optimismo (el color del cristal con el que veo las cosas), pero ciertamente he llegado a casa con muchas ganas de comerme a besos tanto a Ulises como a la madre (lo cortés no quita lo valiente).

Ellos han pasado el día en casa, y como mañana tienen que afrontar la aventura de ir al pediatra hemos estrenado "el huevo" para salir a pasear (el capazo es demasiado aparatoso y pesado).



Al principio Ulises se ha quejado un poco, y está claro que el ascensor no le gusta, pero en cuanto salimos a la calle se queda muy tranquilo. Hemos paseado unos diez minutos hasta que en un semáforo tuvimos que esperar demasiado (nos hemos vuelto mega-repetuosos con las normas de tráfico, nos paramos incluso si el semáforo de peatones parpadea) y Ulises percibió que estaba quieto, así que se puso a llorar.

En un principio lo cogí en brazos (por si le sucedía algo), pero lo único que quería era estar en brazos, así que le dejamos llorar unos minutos en el carrito y se volvió a calmar él solo, disfrutando de un agradable paseo de vuelta.

Luego en casa la rutina de las tardes: bañito, comida y un rato de música y baile hasta que se queda sopa... y así está ahora, esperando a que me meta en la cama para volver a activarse (pero lo hace de buen rollito).

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