Uno que ha resultado de lo más útil es el cojín de lactancia, algo que aparenta ser muy armatoste (un poco sí que lo es) pero que ha evitado más de un dolor de espalda, brazos y hombros (cuando uno está sentado con un bebé en brazos más de diez minutos valora un montón cualquier apoyo de los codos).
El cojín este está lleno de bolitas, lo que lo hace muy maleable, pudiendo adaptarse a la postura que haya pillado el bebé. Además el nuestro fue un regalo de esos útiles, de los que te hacen tras haberte preguntado qué te hace falta, pero preguntándolo en el momento justo (tres o cuatro días después de volver de la maternidad).
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