Así que hoy no hay mucho que contar, salvo que han venido sus tíos a comer y les hemos encasquetado a Ulises un rato, aunque la cosa ha sido fácil al estar el bicho durmiendo todo el tiempo.
En estas circunstancias es muy útil uno de los cacharros que nos regalaron: la cámara de vigilancia.
La cámara se cuelga en la cuna y tiene muy buena visión nocturna, aunque lo mejor es su detector de ruidos, pues suena una alarma cuando el bebé se pone a llorar. Además de imagen también tiene sonido, pero como hay interferencias siempre lo tenemos quitado. Aún así el cacharrito está magnífico (regalo de los campañeros de la empresa de la madre).
Y aquí seguimos, atentos a la pantallita.
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